Viven en veredas opuestas, transitan la vida con colores diferentes y hasta respiran el fútbol de manera distinta, pero el fin de semana los hermanó la derrota; la primera de ambos en el certamen. Gutiérrez SC y Deportivo Maipú acabaron su buen andar, recibieron un golpe al mentón y sus técnicos, Andrés Villafañe y Sergio Scivoletto, respectivamente, analizan los daños colaterales que pudo tener cada equipo.
Es cierto que las formas en que cada uno dejó las tres unidades fueron diversas. El Celeste mantiene la confianza de cara a lo que vendrá, arrancó arriba en el marcador y tuvo algunos buenos rendimientos, pero sufrió por primera vez dos goles en un mismo partido (apenas le habían convertido uno en cuatro fechas) y mostró algunos errores que hasta ahora no habían sido visibles.
Apretado por un rival que aún no había ganado en el torneo, no pudo sostener la tenencia del balón (una de sus grandes virtudes) y se apoyó en su arquero, Cristian Aracena, para sostener el resultado. Obvio, no alcanzó y el viaje de regreso a Mendoza se pareció más, pese a que aún falta mucho, a un velorio.
En el Botellero, la semana arrancó con clima caliente. La explosión de Omar Sperdutti, directivo, ante los medios de prensa dejó en claro que la caída ante Talleres, el gran candidato, puede provocar un cimbronazo en la intimidad del plantel. "Hay jugadores que no tienen sangre", disparó.
Y la mancha bien puede salpicar a varios. Es que el Cruzado defeccionó desde el juego y la actitud. Es cierto que el rival tiene jugadores de mucha jerarquía y, si se quiere, de otra categoría, pero las imprecisiones y el no mostrarse como alternativa no parecen tener que ver con lo que provocaron los cordobeses.
Habrá cambios de cara al fin de semana. Es un hecho. Sin embargo, Villafañe está ante un gran desafío, dotar al equipo de mayores herramientas para la faz ofensiva. Atrás quedó la valla invicta y el camino allanado de derrotas. La primera caída hizo saltar la térmica en calle Vergara.