Una fiesta. Muchos invitados. Luces mágicas, danzarines pendientes de hilos, personajes de la escena mundial. Voces inigualables, volvieron a la prodigiosa vida del escenario: Carmen Amaya, Ruggero Ricci (el alma de Nicolo Paganini), los Piccoli di Podrecca, marionetas, más famosas del Universo. Alfredo Alcón, China Zorrilla, son algunos de los que nunca se fueron de las tablas del Mendoza.
La noticia de la inmediata remodelación de ese Tesoro de las Artes, fue el despertar y la felicidad de esos cariñosos y eternos espíritus. También en la calle la alegría inundó las almas de los mendocinos, ante el mensaje del Intendente Rodolfo Suárez.
En el eterno mundo de la memoria aún resuenan los aplausos que desbordaban los altos muros del Teatro Mendoza. Pero ocurre, para el bien de la comunidad, que esta sala no sólo vive en el mundo de la memoria sino que volverá a abrir sus puertas.
Los vínculos culturales y artísticos entre España y Mendoza en el siglo pasado, siempre fueron muy intensos. Una suerte de hermandad formaba un puente entre los dos países. Eran varias las entidades que nucleaban a los inmigrantes, a sus descendientes y que impulsaron una valiosa influencia hispánica. Una de esas familias fue el matrimonio de María Natividad F y Alfredo Pose.
Ella, española, de Granada y, él de Azul, provincia de Buenos Aires, ambos, enamorados de esta Ciudad.
Se conocieron en 1929 en una verbena que organizaba el Hospital Español. La pareja tuvo cinco hijos: Guillermo, María Cristina, Eduardo, María Amelia y Mónica.
María Natividad y su marido cumplieron con un bello y difícil sueño, que fue la felicidad en sus vidas, la alegría y el ingreso en el maravilloso mundo del arte para miles de mendocinos: la construcción del Teatro Cine Mendoza. A través de un crédito del tradicional Banco Hipotecario Nacional, adquirieron un terreno situado en San Juan 1427 y que es hoy el Teatro Municipal Mendoza.
Alfredo Pose trabajaba en una insigne empresa mendocina. Fue director gerente de la cervecería Andes. María Natividad y su esposo llevaron adelante el proyecto del Coliseo. La constructora "Nicolás Sarcinella", concretó el anhelo familiar.
El edificio se hizo por inspiración de Natividad. Su deseo fue que hubiese mármoles, cortinados y palcos con ornamentaciones, reproduciendo a los teatros de su lejana España.
Se inauguró la obra tan ansiada y se inició así la puesta en escena de los grandes que desfilaron por su escenario como fue la legendaria bailadora y cantante gitana, Carmen Amaya; los famosos argentinos, María Antinea, Roberto Escalada y Alfredo Alcón.
El edificio, en buen estado de conservación, susceptible de mejoras, llegó a formar parte del "barrio de los cines" de Mendoza: "Cóndor", "Gran Rex", "Fantasio", "Buenos Aires", "Ópera", "Centenario, "Avenida", "Alhambra", "Palace" y "La Bolsa", todos cercanos al punto central: "Confitería Colón" de Necochea y San Martín
En 1940 se abren las puertas del teatro con el espectáculo de baile y canto español de la "Compañía de Pérez F ". Pisó esas mismas tablas el más célebre violinista, intérprete de Nicó Paganini, "Ruggero Ricci". También se presentaron los títeres más afamados del mundo en esos años como eran las marionetas "Piccolli di Podrecca".
El arquitecto Francisco Pittella, influenciado por la escuela arquitectónica alemana, aplicó las técnicas de esa tendencia en la década del 50-60. Refuncionalizó el edificio y lo denominó "Cine Center". La reforma fue esencialmente decorativa. Sin embargo Pittella construyó 17 cines y teatros.
Después de cinco años de su adquisición, en 2004 y al cumplir el 62º aniversario de su fundación, se abrieron sus puertas con la puesta en escena de una obra por demás emblemática de la cultura universal: "La Traviata" con el grupo de Sleme Ópera Star , formado por grandes artistas internacionales, nacionales y locales.
Dicen que en todos los teatros, en los que se vivieron emociones intensas, risas y llantos, deambulan amables fantasmas. Inofensivas formas o leves brisas que pasan y encienden una inexplicable sonrisa.
