Con su conocida perspicacia, conocimiento y buena información, la diputada Elisa Carrió, integrante de la coalición gobernante Cambiemos, sostuvo que está especialmente preocupada por la venta indiscriminada de bienes del Ejército y que tiene desconfianza de algunos referentes militares.
Destaca en particular su preocupación por la venta de terrenos en Buenos Aires y campos en Córdoba y Mendoza. Aquí aparece el tema de la posible enajenación de las tierras de La Remonta en Campo los Andes, asunto que viene dando vueltas desde hace tiempo.
Primero, el gobierno decidió derogar la Ley 14.147 de 1952 que facultaba al Ejército a autoabastecerse con la producción de sus campos, además de dar o tomar en arrendamiento tierras, comprar maquinarias o nombrar personal para sus tareas.
De la disposición de los bienes que antes estaban o están en custodia del Ejército, se ocupa desde 2012 la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), inmensa "caja negra", donde dicen haber registrado unas 70.000 propiedades estatales.
Esta agencia es la que propuso vender las tierras de La Remonta, aprobada por Decreto 225/17 del PEN. La norma dispuso vender una 7.200 has del campo histórico de la Remonta, en el departamento de Tunuyán.
El proceso de venta quedó interrumpido, transitoriamente, por la interposición de acciones de amparo de varios grupos de vecinos patrocinados por los abogados Pablo de Rosas y Fernando Armagnague.
Las acciones fueron aceptadas por el juez federal subrogante y declaró la medida de no innovar paralizando el proceso.
Esas tierras no están en situación de improductivas. En parte son arrendadas para explotación hortícola y en otra parte, dedicadas a la cría de ganado mular por el ejército y producción de forrajes para los mismos.
Se trata de una reserva de gran valor por sus tierras, su paisaje, su naturaleza. La superficie supera la 8.000 has. Su belleza es conmovedora. Pero también tiene un enorme valor como patrimonio histórico. Este es tanto o más importante que el otro.
Fueron comprados durante la segunda presidencia del Gral Julio A. Roca en los años 1902 y 1904 cuando formaban dos estancias: El Melocotón y otra; en conjunto, unas 8.700 has.
Fueron destinadas al asentamiento militar, cría de mulares y amplios espacios aptos para el desarrollo de entrenamiento y maniobras militares, tales como prácticas de tiro de artillería.
Ha pertenecido el campo a diversas dependencias del Ejército, incluso formando parte del histórico Regimiento 11 de Infantería de Montaña, con asiento en Tupungato.
¿Por qué no se deben vender? Básicamente porque es una reserva de tierras, agua y naturaleza, en un ambiente donde los ciudadanos ven restringidas sus posibilidades de acceder a ellos.
Muchos sitios de estas características, que no hace muchos años eran de acceso libre, han sido privatizados (con títulos que sería interesante analizar).
En un mundo donde es impredecible lo que puede ocurrir con este tipo de bienes, enajenarlos no es para nada conveniente. Además, seguramente, lo que obtenga de la venta irá al sumidero inagotable del gasto público.
Pero además conviene tener en cuenta dos aspectos importantes. Uno: la historia de la enajenación de las tierras públicas no es para nada edificante, fue fuente de privilegios y fortunas fáciles.
Pero además en este caso se trata de una reserva común de los habitantes, una reserva que, privatizada, desaparece. No es como las reservas del Banco Central, que se pueden recomponer. Las tierras fiscales vendidas dejan de ser reservas para siempre.