El desmesurado crecimiento del empleo público

En negociaciones estatales se están firmando acuerdos paritarios entre “partes” de una misma orilla, que resultan igualmente beneficiadas. Esto aumenta considerablemente un gasto público que se está financiando con emisión monetaria.

El desmesurado crecimiento del empleo público

Entre los graves pasivos que dejará el actual gobierno al próximo (sea el que fuere) está la desmesura que ha alcanzado el gasto público en las tres jurisdicciones: Nación, provincias y municipios.

Por cierto, ese incremento del gasto ha ido acompañado de una elevación de la presión tributaria en todas sus formas y jurisdicciones, que, medida como porcentaje del PBI, la colocan en el nivel más alto de la historia. Esa agobiante presión fiscal y la baja o nula productividad de buena parte del gasto público son factores importantes de la notable pérdida de competitividad de la economía argentina en general y de las regionales en particular.

A ese pasivo debe agregarse el creciente déficit fiscal, financiado casi íntegramente con emisión monetaria, causa directa de la inflación, aunque el Ministro de Economía haya dicho en algún momento que no hay relación entre emisión e inflación.

Uno de los factores, no el único, que contribuye al incremento del gasto público son los “acuerdos paritarios” que se están firmando en la mayor parte de las provincias con variados gremios estatales. Ponemos entre comillas “acuerdo paritarios” porque son tales sólo cuando se realizan entre pares, empleadores y trabajadores. No existen pares en las negociaciones estatales.

Los funcionarios que actúan como si fueran empleadores son tan empleados como los otros y sus sueldos directamente ligados a lo que resulte de la negociación.

A su vez los empleados y sus representantes no actúan como los de una negociación paritaria que, en caso de establecer condiciones excesivas para las empresas, podrían terminar perdiendo sus empleos. Por el contrario cuentan con estabilidad laboral absoluta y se comportan, como es lógico en este juego ficticio, como los verdaderos dueños del Estado.

El resultado de este proceso, que no comenzó con los actuales gobiernos, viene de lejos: son aumentos de salarios por encima de 30% y hasta 40%, como lo ofrecido por el gobierno de la provincia de Buenos Aires a los maestros.

Estos aumentos podrían justificarse si estuvieran relacionados con incrementos de la productividad, mejoras en los servicios públicos, reducción de pérdidas de tiempo y molestias de las personas que por decenas de miles deben hacer trámites burocráticos. Pero nada de eso parece figurar en los acuerdos; por el contrario, el uso de la fuerza, paros y ocupación de los lugares de trabajo, siempre está al alcance de la mano.

Vale prestar atención a algunos efectos sobre las finanzas públicas. Estimaciones privadas hacen ascender el empleo público en todo el país a unas 3.500.000 personas. Desde 2008 en adelante el empleo público ha crecido todos los años más que el empleo privado registrado.

El año pasado, mientras el empleo privado -según FIEL- cayó 1,3%, el público creció 4,5%. El mayor aumento se da en provincias y municipios. Este mismo Instituto sostiene que 63% corresponde a las provincias; 17% a municipios; 17% a la Nación y 3% a empresas estatales y bancos públicos.

Los hechos importantes a tener en cuenta es que el notable incremento de la cantidad de empleados públicos ha ido acompañada de un aumento, en términos reales, de los salarios estatales.

En algunas provincias el promedio salarial público supera notoriamente al privado. Cuando otorgan aumentos de salarios de la magnitud de los que hemos mencionado, más allá de la discusión de si son “justos” o no, lo que se debe tener en cuenta es el monto de la masa salarial que se debe pagar. resultado de la multiplicación de cantidad de empleados por salarios.

Es por ello que el gasto en salario es una proporción del orden de 60% del gasto público corriente, dato que en realidad es un piso porque hay en toda la administración otros rubros que también son gastos salariales.

Tomando en cuenta este panorama, se puede proyectar el crecimiento del gasto público para el resto del año y, como resulta muy difícil pensar que la recaudación de impuestos pueda mejorar, en términos reales, el financiamiento del gasto con emisión monetaria será cada vez mayor. El año pasado la emisión financió 14% del total del gasto. El país está jugando con fuego.

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