“Mi lugar está aquí”, afirmó el británico Marcus Willis, 772º del mundo, que quedó eliminado del torneo de Wimbledon tras perder con el suizo Roger Federer. "Soy suficientemente bueno para jugar aquí.
Tengo que trabajar duro. Tengo aún que mejorar en muchas cosas, pero es motivador si sigo jugando así", explicó este profesor de tenis a tiempo parcial de 25 años, al que las lesiones le llevaron hace poco a pensar en dejar de jugar y dedicarse a dar clase a tiempo completo, aunque su pareja le disuadió a no hacerlo.
Nunca antes presente en un Grand Slam, tres en la preclasificación y tres en la clasificación para estar en el cuadro de Wimbledon. Willis había protagonizado la sorpresa en primera ronda al eliminar al lituano Ricardas Berankis, que le superaba en 718 puestos en la clasificación del mundial.
“El ambiente era increíble en la Central. He saboreado cada minuto”, añadió Willis, que efectuó algunos buenos golpes - pese a la derrota (6-0, 6-3, 6-4) -, y que tuvo incluso el reconocimiento de su adversario.
Marcus Willis, británico de 25 años, era un jugador anónimo cuya vida cambió de la forma más remota. El pasado mes de febrero, y planteando una vida cómoda en Estados Unidos entrenando en cualquier club, inició los trámites necesarios para solicitar el visado.
Y, de repente, en mitad de un paseo por la ciudad, apareció, ella. Jennifer Bate, una dentista madre de dos hijos, que le hizo abandonar la idea de tirar por tierra su carrera como tenista. Tras caminar juntos y antes de tomar un taxi, una conversación recogida por 'The New York Times' cambiaría su vida.
"Es probable que deba marcharme pronto a Estados Unidos", confesó Willis. "¡Acabamos de conocernos! Nos hemos encontrado esta misma noche. No puedes irte", respondió Bate, que reconoció haberle replicado en tono jocoso y sorprenderse al saber que Marcus era jugador de tenis.
De aquella noche, sin embargo, Willis salió con su actual pareja y un motivo para luchar, una ilusión tras de sí para darte una última oportunidad.
Era el rumbo perdido de un hombre con escasez económica, con petición de oxígeno pública en el pasado. Así, y buscando una vía en la caridad, inició en 2014 campañas de financiación a través de las redes sociales apelando a la solidaridad de cualquiera, intentando reunir el dinero suficiente para seguir persiguiendo sus sueños.
Una medida desesperada en un entorno que era cada vez más oscuro. Una época donde hasta su aspecto físico, pasado de kilos, era motivo de escarnio.
'Cartman', un personaje de la serie South Park caracterizado por su evidente sobrepeso, fue el mensaje ofensivo que se encontró en sus perfiles sociales por un desconocido. Estrechez económica y una ofensa como etiquetas a lomos del británico.
Con apenas un torneo profesional disputado en 2016 (poco más de 300 dólares en el banco) y situado en el puesto 775 antes de disputar la fase previa, Willis prácticamente había abandonado la idea de llegar a competir en el circuito profesional, no digamos llegar a la Pista Central de Wimbledon, y tenía entre sus objetivos acudir a Filadelfia. Impartir clases.
Fin de la historia. A fin de cuentas, y en paralelo a una carrera de triunfos menores (llegó a estar entre los 300 mejores del mundo, con unas cuantas victorias salpicadas en el circuito), empleaba sus horas en dar clases a 30 libras la hora en el Warwick Boat Club. Una labor apenas suficiente para seguir viviendo en casa de sus padres a sus 25 años.
La compañía de Jennifer, que no pudo cancelar sus citas en la clínica pero asistió al debut de Willis el lunes en el cuadro principal de Wimbledon, convirtió a un jugador sentenciado en algo mucho más serio: un hombre con una ilusión. Un hombre capaz de trabajar en el gimnasio hasta hacer desaparecer 25 kilos de su cuerpo.
Un hombre capaz de abrirse paso en la fase previa de todo un Grand Slam, remontando a un top 100 como Yuchi Sugita, haciendo valer su estilo zurdo de toma de red y golpes cortados para apartar a Andrey Rublev y Daniil Medvedev y ganarse un puesto en el cuadro final.
Y allí, ante la mirada de la mujer que cambió su vida, un hombre capaz de tumbar en tres sets a Ricardas Berankins, un antiguo número 1 mundial junior, para terminar de ganarse todos los focos y un cheque de 50.000 libras.
Ahora, al menos durante esta semana, la opción de dejar atrás un pasado oscuro y codearse con los mejores. "Estoy impresionado, y me doy cuenta de que lo quiero cada semana", indicó Willis, que recibió la felicitación de Murray.
La lluvia frenó a los argentinos
El clima lluvioso que había comenzado este martes y complicó desde entonces todo el desarrollo de los partidos en Wimbledon, dio un pequeño respiro, aunque luego volvió a parar la actividad.
Lo hizo mientras Leonardo Mayer, Federico Delbonis y Horacio Zeballos peleaban sus partidos de primera ronda, que ahora tendrán que esperar hasta hoy por una definición.
El partido de Mayer se suspendió luego de que Donald Young ganara el set inicial por 6-4, y con el argentino 5-4 arriba en el segundo. En la reanudación, el norteamericano dio vuelta el parcial y lo ganó por 7-5. El tercero fue para el correntino.
Cuando estaba 1-2 abajo en el cuarto, la lluvia volvió a aparecer.
En tanto, Federico Delbonis y el italiano Fabio Fognini reanudaron lo que hasta el martes era 1-1 en el primer set. Este miércoles, el tano se quedó con ese primer parcial por 6-4 y el argentino respondió con un 6-1.
Cuando estaba 4-1 arriba el europeo la acción se tomó un respiro. Horacio Zeballos, en tanto, caía por 6-4 y 5-4 con Youzhny por sacar para ganar el segundo parcial al momento de la suspensión.