El desayuno de la razonabilidad

El encuentro ocurrido ayer a la mañana entre el gobernador en ejercicio, Francisco Pérez, y el gobernador electo, Alfredo Cornejo, fue un acto de alta civilidad institucional que pone a Mendoza y a los mendocinos por encima del espíritu de facción que h

El desayuno de la razonabilidad

En un clima de necesaria cordialidad, a pocas horas de terminados los comicios, Pérez y Cornejo tuvieron su primera reunión de trabajo en la casa del segundo, a fin de comenzar a organizar el paso de una gestión a otra, para la que faltan seis meses.

Es ese factor temporal el que hace imprescindible la mayor convivencialidad posible, no sólo por una cuestión formal de buenas maneras sino porque es mucho el tiempo de la transición entre ambos gobiernos.

Así como siempre hemos señalado que hace a las buenas prácticas cívicas el desdoblamiento electoral -para que sea el mérito propio y no el arrastre el que determine al ganador-, también sostenemos que separar tanto la elección de la asunción es muy riesgoso porque obliga al gobernador que se va a estar mucho tiempo aún en la gestión, y al nuevo a esperar excesivamente, con el consiguiente desgaste para ambos.

Pero precisamente por esa cuestión es que damos la bienvenida a la mejor relación posible entre los que vienen y los que se van, lo que debe ser apoyado con mucho respeto por toda la comunidad, máxime cuando entre los adversarios políticos fue muy duro y muy tenso el debate electoral. En ese sentido, celebramos profundamente, para el bien de las instituciones, el desayuno de trabajo ocurrido ayer, ya que nada mejor que el diálogo cara a cara, en la intimidad, de sus mayores representantes, para que los dos intenten encontrar lo mejor de cada uno y lo traduzcan en un beneficio para Mendoza.

Nuestra provincia vivió un cambio político muy importante ya que son muchos los departamentos cuya gestión municipal ha cambiado de signo partidario y la nueva composición legislativa provincial le dará un gran poderío numérico a la nueva mayoría que se presentará a partir de diciembre. Tantos cambios implicarán, inevitablemente, una renovación importante de políticas y de personas, que en la larga transición permanecerán de alguna manera en una indeterminación institucional que puede llevar a nuevos desencuentros producidos por las rivalidades políticas que, por supuesto, no han cesado, más allá de las amabilidades mutuas.

Es allí, entonces, donde se demostrará o no la fortaleza cívica de nuestra clase política para poner sus intereses personales o de sector muy por debajo de los requerimientos de Mendoza, que exigen especial atención hasta que todo se normalice y el nuevo gobierno inicie su gestión para, desde ese momento, comenzar a ser juzgado.

Del mismo modo que la manera en que el actual gobernador Pérez finalice su gestión será por demás determinante para analizar integralmente su gestión, porque muchas veces un buen final puede decir muchas cosas positivas de todo aquello que aún falta cerrar del todo.

En síntesis, que ayer fue muy auspicioso para toda nuestra comunidad provincial ver a sus dos principales dirigentes políticos deponer actitudes facciosas para pensar en los intereses superiores de la provincia, con una altura que los dignificará a ambos si son capaces de mantener ese estilo por los próximos seis meses, lo cual no implica que deban ocultar sus diferencias, también bienvenidas en el debate.

Será fundamental para eso que el gobernador electo no le ponga palos en la rueda al gobernador en ejercicio, quien es legítimamente el único responsable de los meses que quedan hasta diciembre.

Y, a la vez, que quienes prosiguen por medio año más en sus cargos, le dejen la mejor provincia posible a quienes los sucederán. De ese modo Mendoza dará otro ejemplo honrando nuevamente ese alto nivel institucional que suele enorgullecernos en el contexto nacional.

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