Desde la creación de la máquina de vapor a comienzo del siglo XVIII que inaugura la primera revolución industrial, el proceso de desarrollo y mejora de la humanidad ha girado en torno del reemplazo del esfuerzo humano por máquinas, movidas por energía.
Hacia 1870 se crea la primera cadena de montaje en serie en EEUU, electrificación de la industria, producción masiva. Se llamó a esta etapa la Segunda Revolución Industrial, seguida de la Tercera con la aparición de la computación, electrónica, internet.
Es la disponibilidad de energía lo que permite estos verdaderos saltos cualitativos. El formidable desarrollo de la interconectividad, la velocidad de los procesos, internet, lo están cambiando todo. Maquinas que se comunican entre ellas sin intervención humana, manufacturas personalizadas, están iniciando la Cuarta Revolución Industrial.
Viven en nuestro país personas mayores para quienes la mayor parte de su vida transcurrió en zonas rurales sin energía eléctrica, Sus nietos le preguntan cómo es posible vivir sin energía ya que resulta imposible imaginar la vida sin ella, sin hacer funcionar los artefactos del hogar.
Estas realidades han hecho que los gobiernos en todo el mundo tengan el tema energético como prioridad en sus agendas. Durante dos siglos la base de la producción de la energía han sido los combustibles fósiles, carbón e hidrocarburos, recursos no renovables. Estos combustibles producen contaminación, son responsables en gran parte de los gases de efecto invernadero, del cambio climático, del aumento de las temperaturas.
Es por ello que desde hace algunos años gobiernos y empresas trabajan intensamente en el desarrollo de la de las denominadas energías renovables, amigables con el ambiente, que no contaminan y pueden generar energía casi indefinidamente. Estas fuentes de energía son principalmente dos: la eólica que usa la fuerza del viento y la fotovoltaica que aprovecha la luz solar. Pero también están la de biomasa que aprovechan los desechos vegetales y excrementos de animales, las mareo motriz que usan las mareas, las hidroeléctricas que generan electricidad a partir de pequeños saltos de agua.
En nuestro país hay un importante programa de desarrollo de estas energías, dentro del cual se ha construido el parque solar de Palmira.
Existe una ley antigua de promoción de estas energías cuyo resultado fue de hecho, nulo. En octubre de 2015 el Congreso Nacional sancionó la Ley 27.191 que estableció importantes estímulos fiscales y crediticios para la inversión en energías limpias. Y estableció metas cuantitativas de la proporción de energías de estas fuentes que se debían consumir, voluntariamente en ciertos casos y obligatoriamente para grandes consumidores.
Esta norma regulatoria es la que enmarca la actividad que además estableció reglas de largo plazo, tales como que el Estado garantizaba la compra de la energía producida por veinte años y a precios establecidos en dólares. Creaba un fondo (FONDAR) para financiar y/o garantizar el financiamiento de la inversión. Se trata de inversiones importantes que se recuperan o amortizan en periodos largos, de hasta dos décadas. Las metas cuantitativas se fijaron en una participación del 8% del consumo para este año, a fin de alcanzar un ambicioso 20% en 2025. Por ahora la participación se aproxima al 5%.
Al asumir el gobierno de Cambiemos en diciembre de 2015, el entonces Ministro de Energía Juan José Aranguren designó a un especialista en el tema, Sebastián Kind, como Subsecretario de Energías Renovables y Eficiencia Energética. Esta persona había redactado el proyecto que se convirtió en la Ley 27.191 y es quien como funcionario llevó a cabo la tarea de implementar dicha ley a través de los denominados programas RENOVAR, consistentes en licitaciones para que los interesados presenten proyectos a fin de competir por los beneficios fiscales y crediticios.