Todos los que hoy transitamos en esta magnífica provincia, somos una generación que está viviendo de las grandes decisiones de nuestros antepasados. Cuando ellos tuvieron que pensar el futuro de Mendoza, lo hicieron pensando no solo en sus hijos, sino en sus nietos. Ellos pensaron en nosotros. De ellos heredamos el aprovechamiento y optimización de los canales de riego, la ley de aguas y una institución modelo como el Departamento General de Irrigación, el ordenamiento y planificación de nuestras ciudades y sus pulmones verdes –el parque general San Martín es un ejemplo en el país y el mundo- las grandes obras de infraestructura como los Nihuiles, el desarrollo de la industria vitivinícola, la agroindustria, la explotación del petróleo, solo por citar algunos ejemplos, con la seguridad de estar dejando afuera tantos otros.
¿Qué hay en común en todos estos hitos que nos distinguen a lo largo de nuestra historia? La decisión de ciudadanos comunes, que desde distintos lugares y posiciones de responsabilidad social, decidieron emprender, romper el status quo imperante, salir de la comodidad y animarse a transformar una realidad que para el momento en que vivían debía ser mejorada.
Los hombres y mujeres que nos precedieron, nos legaron una enseñanza fundamental: el crecimiento y desarrollo de Mendoza depende de los mendocinos.
Por eso, cuando muchas veces escuchamos que la macroeconomía no ayuda a Mendoza, o que por políticas nacionales no podemos crecer, yo pienso que en esto hay solo una parte de la explicación. En los últimos 15 años, los mendocinos perdimos el rumbo. Nuestra economía se estancó, las actividades que siempre generaron los ingresos de nuestra provincia se achicaron sustancialmente, la actividad privada no generó en todo este tiempo empleo genuino, cientos de empresas cerraron y otras emigraron a provincias vecinas. Lentamente -y tal vez sin darnos cuenta- nos fuimos empobreciendo, al punto que nuestros indicadores de pobreza e indigencia están por encima de los valores nacionales.
Nos acostumbramos malamente a vivir de nuestra herencia, y perdimos la capacidad de emprender, de asumir desafíos, de pensar una Mendoza para nuestros nietos. Creo que la modificación de la Ley Nº 7.722 es apenas un principio para comenzar a retomar la senda de nuestros padres fundadores.
La mejora de la Ley Nº 7.722 -más allá brindar una oportunidad para la industria minera- nos da la posibilidad para reflexionar profundamente sobre cómo cuidar y potenciar el uso del agua en Mendoza.
Del 100% del recurso hídrico que disponemos, más del 85% se destina al riego de superficies agrícolas. El resto es para consumo humano y otras industrias. Año a año perdemos inmensas cantidades de agua por factores culturales sobre su uso, ineficiencias y fundamentalmente por la imposibilidad de acceder a las inversiones necesarias para generar infraestructura y tecnificación que verdaderamente cuiden nuestro recurso, como lo hacen muchos países en el mundo.
Y es acá donde me parece que en esta nueva época que se inicia, podemos sentar las bases para evolucionar la política hídrica de la Provincia. Porque los recursos que la industria minera genere, impactarán fuertemente en todas las inversiones necesarias que Mendoza necesita para optimizar y mejorar la disponibilidad y acceso al recurso hídrico. Así está escrito en la nueva Ley Nº 7.722.
Hay ejemplos sobrados de esto. El más cercano en San Juan que logró construir 3 diques en menos de 12 años, mientras que Mendoza inauguró Potrerillos en el 2001. Hoy San Juan expande su frontera agrícola y productiva llevando agua donde antes no había. Y en esto la minería tiene un rol activo, aportando los recursos económicos, y el Estado con el sector privado, tomando en conjunto las decisiones y definiendo cómo usarlos.
El sector empresario mendocino, tiene ahora la responsabilidad de ser un actor activo en el cumplimiento de los términos de esta nueva Ley. Somos mayoritariamente Pymes, nuestros hijos conocen a nuestros trabajadores, vivimos acá y queremos seguir haciéndolo. Somos los primeros interesados en el cuidado ambiental y el buen uso del recurso hídrico.
Agroindustria e industria minera son dos actores que combinados pueden potenciar fuertemente a Mendoza. Otro ejemplo cercano es Chile, en la misma porción de cordillera, conviven minería e industria vitivinícola generando miles de millones de USD en exportaciones.
Hoy dimos impulso a un motor importante que estaba apagado. Pero hay otros en los cuales nos enfocaremos desde el accionar institucional como son la industria del conocimiento, audiovisual, videojuegos y el turismo, sin olvidarnos de Portezuelo del Viento, para lo cual el Clúster Energético ya está trabajando.
Creo que es posible no solo pensar una Mendoza distinta. También es posible hacerla. Siempre en el marco de la ley, de sus instituciones, en la casa de las leyes donde están los representantes del pueblo, y también con todas las organizaciones de la sociedad civil. Por esto, creo que el crecimiento de Mendoza, depende de los mendocinos.