El desafío de sostener al que produce y genera trabajo - Por Andrés Lombardi

El desafío de sostener al que produce y genera trabajo - Por Andrés Lombardi
El desafío de sostener al que produce y genera trabajo - Por Andrés Lombardi

“La rebelión de Atlas” es, sin lugar a dudas, el libro más conocido de la escritora rusa Ayn Rand  (en la foto). Sin ir al contenido específico del texto, el cual es polémico, fascinante y extremo, la elección del título y la portada de la mayoría de las ediciones no son fortuitas. Hacen referencia a la figura mitológica que fue condenada por Zeus a sostener el mundo y el cielo sobre sus espaldas, en clara alusión a los emprendedores, la iniciativa y a quienes toman riesgo, los que luego -en la novela- se revelan de las cargas y la expoliación a la que les someten “los saqueadores” que para la autora, están representados en el Estado y las religiones.

Más allá de las opiniones sobre esta obra y su autora, es innegable que la imagen representa de manera clara y actual lo que puede sentir cualquier empresario o emprendedor en nuestro país. Día a día, desde las pymes a los más grandes exportadores, sienten que soportan con sus impuestos cargas de todo tipo de todos los niveles del Estado. Incluso, de organizaciones que no son parte del Estado pero que muchas veces, cuentan con el aval jurídico e institucional de éste para exigir a los privados contribuciones y prerrogativas. Recibiendo, en muchas ocasiones, el hostigamiento, las recriminaciones y hasta las burlas por parte de quienes administran el erario público. Caracterizándolos como avaros, egoístas e insensibles que sólo persiguen su beneficio y no les interesa el bienestar general. Claro que esto, lo dicen desde los púlpitos y estrados que, paradójicamente, son sostenidos económicamente por los impuestos cobrados a quienes en público condenan. En Mendoza, por suerte, históricamente las cosas no son así. Ya sea por nuestra historia, donde la iniciativa privada le ganó al desierto, o también por nuestra cultura del trabajo, el emprendedor que asume riesgos, da empleo y colabora con su comunidad, es tomado como parte de las llamadas “fuerzas vivas” de la Provincia.

Hace poco más de cuatro años iniciamos un proceso destinado a que nuestra provincia comenzara a ordenarse y el Estado, a funcionar de manera eficiente y eficaz. Esto es, ni más ni menos, hacer lo que hay que hacer para alcanzar la normalidad perdida hacía tiempo por la sucesión de pésimas gestiones. Normalidad que implica que los contribuyentes puedan exigir un mínimo de servicios -seguridad, salud, educación, administración de justicia, atención y bienestar-, acorde a lo que tributa con esfuerzo. Esto que parece hasta de sentido común, fue muy difícil de lograr tras años de desidia, clientelismo y apropiación del Estado por parte de los circunstanciales gobernantes. La revolución de lo sencillo, lo llamamos. Porque era poder transformar la provincia para que las cosas básicas y urgentes funcionen bien, a la vez que se proyectaban y ejecutaban obras de infraestructura e inversiones, recortando el gasto superfluo e improductivo, reduciendo de forma paulatina la cantidad de empleados públicos y fomentando la austeridad y la eficiencia en el gasto de todas las dependencias. El gobernador Rodolfo Suárez, no sólo decidió continuar la política de austeridad, destinada a bajar el gasto público, sino que decidió también mantener la baja de impuestos a la que se comprometió Alfredo Cornejo en la gestión anterior. Aun siendo consciente que la disolución del Consenso Fiscal,  el contexto inflacionario y la delicada situación macroeconómica le daba la legitimidad para hacerlo - el impuestazo nacional y de varias provincias así lo demuestran -, prefirió seguir apostando al mismo concepto y espíritu de la gestión. Apostó por el sentido común que indica que debemos proteger y cuidar a quienes producen y dan empleo genuino. Apoyar a los verdaderos generadores de riqueza que son las empresas e iniciativas privadas. Cuidar, si se quiere, de quienes en definitiva depende el Estado. Algo tan elemental y evidente que, aunque cueste creer, algunos pasaron por alto.

Hemos logrado elaborar un presupuesto enfocado en la creación de empleo, en la obra pública y el crecimiento. Pensado para acompañar a quienes están produciendo, para atraer inversiones y también para poder ayudar a quienes se quedaron en el camino.

Tenemos un mandatario que con humildad abre las puertas del diálogo. Tenemos el equipo, la decisión y la voluntad para que nuestra provincia crezca y para que, fundamentalmente, crezca el empleo genuino, como regla constante de un gobierno que continúa con un plan que está poniendo de pie a nuestra provincia.

Se trata de no mentir ni disfrazar la realidad. De entender que es un contrasentido expoliar y fundir a quienes son el sostén del Estado. Que es ridículo hablar de consumo, sin producción, como es absurdo pretender que un comerciante no busque tener ganancias por su trabajo.

Entendemos que de la única manera que podemos ayudar a “Atlas” es poniéndonos a la par, acompañándolo y sosteniendo como Estado nuestra porción del mundo. Sin dejar de controlarlo, pero haciendo más fácil su tarea. Esa, es la clave de nuestro trabajo.

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