En el reciente comienzo del período de sesiones ordinarias del municipio de Luján de Cuyo, el intendente Omar De Marchi hizo un anuncio de gran trascendencia: la erradicación progresiva del Bajo de Luján y la relocalización de las numerosas familias que viven en ese sector, a orillas del río Mendoza y a pocas cuadras de la plaza departamental.
No es un aviso que tome de sorpresa a los moradores del lugar y a la población en general, porque la administración viene hablando del tema y trabajando en la planificación desde que comenzó la gestión. Sin embargo, se trata de un operativo muy complicado por el hecho de que es uno de los asentamientos precarios más grande del Gran Mendoza y tal vez uno de los más antiguos.
Este sector inestable de humildes viviendas arranca al promediar los años '50 (para algunos un poco después), cuando se formó tímidamente la barriada conocida como Juan XXIII, fundadora del sitio.
Con el transcurrir del tiempo y pese a la proximidad con el río y a lo desaconsejable que resultaba establecer casas en esa zona deprimida e inundable, las diferentes crisis económicas y la estrechez de recursos de muchos sectores de la población, de Luján y de otros departamentos, hizo que en ese espacio de 73 hectáreas, se formaran con carencias y riesgos cuatro barrios, además de aquel pionero que homenajeaba con su nombre al recordado "papa bueno". La superficie cubierta por casas alcanza aproximadamente a las 24 hectáreas.
A juzgar por las declaraciones del jefe comunal, la operación está en marcha, sin retorno, dentro de márgenes previsibles. Da sustento a esta condición el hecho de ya ha comenzado la construcción de doce barrios a los cuales se trasladará a las 750 familias que hoy componen el Bajo, lo que implica entre 3.500 y 3.750 personas.
Los complejos habitacionales que recibirán entre 50 y 70 familias están siendo levantados en el distrito Ciudad, Perdriel, Agrelo, Ugarteche y posiblemente se haga uno más en Mayor Drummond. Es decir el hábitat de reemplazo está en marcha y según el intendente, los alrededor de mil millones de pesos que demandará la inversión están asegurados por aportes del Programa Federal de Vivienda, a lo que se suma que las tierras donde se están construyendo los barrios fueron aportadas por la Municipalidad. El plazo de entrega de estas unidades es de 18 a 20 meses.
El mayor conflicto o uno de los más serios que podría enfrentar la gestión municipal es si determinados sectores de habitantes no quieren abandonar el lugar donde han vivido buena parte de sus vidas.
Consultas efectuadas por este diario in situ, justo hace un año, revelaban un porcentaje de indecisos y otro que estaba reticente a abandonar la posición. Hoy ese panorama, según las autoridades, ha mejorado en razón del importante trabajo social efectuado por visitadoras, asistentes y técnicos, que incluyó capacitaciones laborales, enseñanza de oficios y otras promociones.
Hay que recordar como antecedente que en 2007 el municipio logró retirar del área al barrio San Martín Sur y trasladar a sus 75 familias a Agrelo.
Que se erradique el Bajo puede ser una oportunidad para todos, porque en el vasto espacio la administración municipal planea ejecutar lo que ha denominado el Parque Urbano Ribera Luján, que brindará la posibilidad de que el centro urbano disponga de un pulmón verde de inmejorables condiciones. También es un cambio de opciones para muchas familias, en general jóvenes con niños chicos, que podrán enfrentar un futuro con mejores de posibilidades de vida y desarrollo. Deberá pensarse asimismo que esas comunidades que saldrán del lugar tendrán necesidades sanitarias y de educación, por lo que urge tomar las previsiones en equipamientos en salud y edificios escolares, ambas infraestructuras bastante en mora en la actualidad, de manera determinada por la lentitud en inaugurar el hospital regional de Luján y con establecimientos educativos en la zona con la matrícula escolar totalmente saturada.
