Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar
“Los dirigentes deportivos toman importantes decisiones que afectan directamente a las competencias deportivas. Interactúan básicamente con eventos complejos, tales como: las actuaciones de los deportistas y técnicos, situaciones financieras, resultados y objetivos preestablecidos; éstos a su vez son influidos por diversos factores que integran el campo psicológico del dirigente”, asegura el psicólogo Franz Rivera Mansilla.
Esta semana se celebró el Día del Dirigente Deportivo y creí importante destacar la figura de estos héroes silenciosos y que para mí son los grandes olvidados. Esos hombres y mujeres (cada vez con mayor protagonismo en las comisiones) que, a través de la pasión que nace en la institución, trabajan para su comunidad.
“Dirigentes eran los de antes”, se dice hoy en las instituciones, y tal vez es posible que así sea. Los tiempos han llevado a que haya pocos hombres que dan su tiempo, sus ganas de ser, de aprender y sus conocimientos con la generosidad que la daban.
Sin el dirigente las instituciones no tendrían cómo sustentarse y son siempre los mal queridos; todo lo malo que pase en cada club es responsabilidad exclusiva de ellos. Son los tipos que no ganan medallas, ni tampoco tienen reconocimiento público. Son los que no tienen hinchada en la victoria y se convierten en villanos con la derrota.
La globalización hizo que los clubes se fueran profesionalizando a la par de las competencias. La llegada del marketing a los Juegos Olímpicos es apenas una muestra de lo que digo. Los Estados también fueron trocando sus visiones y le han dado más ponderación al deporte espectáculo que al social, el que permite el crecimiento humano. Entonces la sagacidad de los “directivos” toma mayor relieve.
El dirigente actual necesita un vasto conocimiento, saber venderse y no dejarse engañar por los representantes que ven en los atletas un crecimiento económico.
Además porque la pirámide ha ido creciendo, y ya no sólo hay que dedicarse a la base, sino también tener un ojo crítico para saber quién tiene proyección y a la vez acompañar a aquellos que ya dieron el paso hacia el alto rendimiento.
Acá cobran vigencia las palabras del presidente de la Confederación Mendocina de Deportes (Comede), Humberto Pagano: “Las instituciones deberían contar con planificaciones detalladas de sus acciones, evaluaciones claras y transmisibles de sus resultados. Eficiencia en el uso de los recursos y en sus acciones, mayor articulación con otros actores, desarrollo de recursos humanos y sustentabilidad económica”.
Es decir, dejar de lado la improvisación que muchas veces abre las puertas a oportunistas con otras apetencias, entre ellas las políticas.
“En la provincia tenemos que ir todos unidos. Si las federaciones siguen tirando cada una para su lado será imposible conseguir cosas. No podemos conformarnos con solo conseguir un trofeo”, dice también Pagano, quien quiere colaborar desde la Comede para que sus instituciones asociadas se puedan ordenar en la planificación y armar los presupuestos. Es una idea que trabajará con la Universidad Nacional de Cuyo.
“De los 120 millones de pesos de presupuesto que tiene el deporte provincial, solo cuatro fueron al deporte federado. Pero esto no es culpa del gobierno sino de la dirigencia, que propone poco o nada” concluyó el pope de la Comede.
La dirigencia ha sufrido un desprestigio desde que muchos ciudadanos se han acercado a los clubes buscando una plataforma de lanzamiento hacia otros ámbitos. “Macri debería decirle a la sociedad si llegó a la presidencia de Boca porque es hincha, o si lo hizo con la visión de comenzar una carrera hacia la Presidencia de la Nación”, se preguntó -días atrás- Jorge Lanata en televisión, y fue la pregunta del millón.
Hay también quienes se apoderan de los clubes u organizaciones con pocos socios y funcionan como “dueños”, y no permiten el recambio. Para separar a unos y otros, la Confederación Mendocina hace hincapié -en su plan estratégico-, sobre la necesidad de distinguir a los verdaderos gestores.
El dirigente es reconocido como un mediador, un instrumento imprescindible para el desarrollo y crecimiento del deporte. Según el diccionario, el verbo dirigir refiere a guiar; a encaminar la acción y la intención a un determinado fin. Hay mucho por hacer, como también reconocer a quienes tienen una visión clara de futuro.
