Esto pasó porque los pasivos o deudas tanto públicas como privadas con el exterior crecieron en U$S 58.072 millones, fundamentalmente por el aumento del endeudamiento con el exterior y los déficits en el comercio exterior de bienes y servicios. En tanto los activos, también privados y públicos, aumentaron menos, en U$S 33.180 millones, por el incremento de las reservas del Banco Central y la salida de capitales (formación de activos externos).
El Informe del Indec aclara que este deterioro de la posición internacional arranca “a partir del año 2013 explicado por la acumulación de los déficits de la cuenta corriente y por el aumento del endeudamiento del Gobierno general” (Nación, Provincias y Municipios). A su vez, “los números de inversiones directas en Argentina no están creciendo y eso es lo que se percibe como una falta de inversiones que llegan al país”, admite el economista Fausto Spotorno, carencia que también se acelera desde 2013.
Guido Lorenzo, de ACM Consultores, dice que “la posición de inversión internacional refleja el peor saldo de los últimos 9 años y el aumento del pasivo, el mayor endeudamiento externo: el stock de títulos de deuda subió 83%, llegando a explicar 41% de los pasivos cuando el año pasado representaba apenas el 28% del total”. Y agrega: “La posición de inversión internacional es una forma espejada de la discusión actual. El cambio de régimen a un esquema de déficit fiscal financiado por endeudamiento en lugar de emisión monetaria, pero que esa emisión implica mayor endeudamiento externo que empieza a mostrar sus límites. De esta forma, si bien queda espacio para la transición al equilibrio fiscal, de no encarar ese proceso, los riesgos son altos en términos de deterioro de las cuentas internacionales, aunque al mismo tiempo realizar el ajuste fiscal implica riesgos de actividad. Es un camino estrecho por el cual debe transitar el Gobierno”.
Colchón y otros detalles
Por su parte, los argentinos mantienen billetes en moneda extranjera “en el colchón”, depósitos en el exterior, bonos y acciones de sociedades externas y propiedades fuera del país porU$S 240.067 millones. Son U$S 7.744 millones más que en diciembre de 2015. Y suman más de U$S 100.000 millones por encima de lo estimado para fines de 2006.
En 2006, los dólares fuera del sistema sumaban U$S 133.986 millones y en 2011 bordeaban los U$S 195.000 millones. Entonces, para frenar el drenaje de divisas, el Gobierno puso el “cepo cambiario” pero la fuga no aflojó: en dos años se fueron más de U$S 20.000 millones.
Ese drenaje del ahorro nacional se financió en una primera etapa por los excedentes del comercio exterior, y se fueron a través de la fuga de capitales. Ahora, a la salida de capitales se suma el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos y el aumento de la deuda.
Este aumento del total de activos externos en el último periodo se produjo a pesar del importante blanqueo que totalizó U$S 116.800 millones. Es que ingresó al blanqueo solo una parte menor del efectivo que está bajó el colchón y el grueso de los depósitos e inversiones financieras en el exterior blanqueados no fueron repatriados: quedaron en los bancos y entidades financieras del exterior. Así, ahora la mayor parte de esos activos está en blanco pero sigue en el exterior.
El economista Ramiro Castiñeiras dice que “de los U$S 240.000 millones, en el reciente blanqueo se sinceraron U$S 106.000 millones, menos de la mitad (44%). Y de ese total, 106.000 millones se fugaron en la última década: 98.000 millones durante el kirchnerismo, y 7.700 millones durante la nueva gestión de gobierno, al primer trimestre de este año”.
Castiñeiras reconoce que “la reaparición de los déficits fiscal y externo de los últimos años llevaron a la necesidad de conseguir financiamiento externo, afectando la posición de inversión del país en general y del gobierno en particular”.
Con relación a diciembre de 2015, la deuda pública externa se incrementó en U$S 40.151 millones, sumando U$S 131.752 millones a valor nominal al 31 de marzo de este año. Pero si se agregan las cifras del BCRA y al sector privado, el stock de deuda externa bruta total a fines de marzo de 2017 totaliza U$S 204.509 millones. En ese mismo período las reservas brutas del Banco Central pasaron de U$S 25.563 millones a U$S 50.522 millones.
El informe del Indec comienza señalando que la Argentina es un país acreedor por U$S 31.595 millones, y no deudor, porque las reservas del BCRA y los activos de los argentinos en el exterior superan lo que se adeuda. En realidad sólo se trata de un “juego estadístico” porque el informe considera los dólares de los argentinos (sector privado) fuera del sistema como parte del “activo nacional”.
Claro que, haciendo bien las cuentas, la Argentina no es acreedora, sino deudora: tiene una deuda pública (interna y externa, en pesos y dólares) de más de U$S 300.000 millones.
A su vez, el responsable de ese endeudamiento -el Tesoro Nacional- sigue registrando déficits crecientes que se financian con más deuda.
Y para hacer frente a los próximos vencimientos y pagos de intereses necesita tomar más deuda. A su vez, las reservas brutas del Banco Central -un activo clave- no cubren los pesos que están en circulación y además el BCRA tiene una elevada deuda -por el equivalente a unos U$S 60.000 millones- por las colocaciones de Lebac y pases.
A modo de conclusión, Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina, dice que "el sector privado tiene un elevado stock de acreencias externas y su flujo está relativamente balanceado: pasivos y activos se mueven en sintonía. En cambio, el gobierno central tiene un elevado stock de pasivos externos y abulta el déficit año tras año ya que apela al endeudamiento externo para cubrir el déficit fiscal. El patrón estructural de la argentina persiste: el sector privado ahorra en dólares por las diversas crisis y devaluaciones y el sector público se endeuda en moneda dura. Ojalá que esta vez se apele al endeudamiento externo responsablemente". CC