Grecia no será la única afectada por la mora o el default: la institución con sede en Washington también puede ver dañada su credibilidad.
Hasta hace poco, el FMI se negaba a creer en el escenario del default. A comienzos de junio, su directora general, Christine Lagarde, se aferraba a las afirmaciones del primer ministro griego, Alexis Tsipras, que la invitaba a "no preocuparse". Sin embargo, la ruptura de las negociaciones entre Atenas y sus acreedores aniquiló esas esperanzas.
El FMI corre menos riesgos que Grecia pero también pagará un precio, afirman analistas. “Un default de Grecia, aunque sea de corto plazo, afectará la reputación del FMI y debilitará las posibilidades de que sus futuros planes de asistencia sean suficientes para atraer inversores privados a países en crisis”, analiza Eswar Prasad, un ex alto funcionario de la institución.
Sin embargo, la institución no quiere perder por nada su reputación de cancerbero que le reclaman sus 188 países miembros. A lo largo de su historia, anuló parte de la deuda de algunos países pobres, como ocurrió con Haití tras el terremoto de 2010 (U$S 250.000) o más recientemente con los países africanos afectados por el ébola, a los cuales les perdonó parte de sus más de U$S 100 millones de deuda.
Pero el griego es un caso aparte. Las sumas prestadas a Atenas son muchísimo más elevadas (32.000 millones de euros desde 2010) y las pérdidas amenazarían la integridad financiera de la institución.