El debate sobre armas no avanza pese a masacres

El debate sobre armas no avanza pese a masacres

Un día después de la nueva matanza, los militantes contra estos episodios crónicos de violencia se preguntan cómo podría cambiar Estados Unidos su enfoque sobre las armas de fuego.

De un lado se encuentran quienes se oponen a cualquier tipo de control sobre las armas, en nombre de la sacrosanta segunda enmienda de la Constitución, que consagra el derecho a poseer armas.

Su argumento se basa en dos ideas básicas: ninguna ley podrá impedir que desequilibrados y criminales consigan un arma, o que abran fuego sobre una multitud; ante estos peligros, los ciudadanos tienen precisamente necesidad de armarse para defenderse.

Del lado opuesto, las asociaciones que luchan contra la libre proliferación de armas han perdido la esperanza en una adopción rápida por parte del Congreso de una ambiciosa ley nacional. Han desplazado así su combate al terreno local donde, Estado a Estado, intentan convencer a los legisladores de que haya controles de antecedentes judiciales y psiquiátricos obligatorios de los interesados en comprar un arma.

El tiroteo de Oregon fue seguido del clásico esquema de reacciones indignadas -incluida la del presidente Barack Obama o del Secretario general de la ONU, Ban Ki Moon y declaraciones de intención vagas, fundamentalmente de los candidatos a la elección presidencial de 2016.

“Cualquier expectativa de un cambio verdadero en un futuro cercano sería tomar deseos por realidades”, dijo Jimmy Taylor, autor de “American Gun Culture”.

Y eso “pese a que el ejecutivo presiona” para ello, añadió, citando todos los intentos de reforma que quedaron por el camino y el enorme volumen de armas en circulación, que auguran nuevos episodios de violencia.

En Estados Unidos muchos parecen resignados frente a la capacidad de movilización del lobby de las armas, la todopoderosa e intransigente Asociación nacional del rifle NRA, y de sus redes en el Capitolio.

“El presidente tiene razón en subrayar que muchos de los portadores de armas de fuego no apoyan las posiciones de la National Rifle Association, pero aquéllos que sí lo hacen son los que escriben cartas, se manifiestan y hacen todo el resto”, indicó en su blog Stephen Saideman, profesor de la universidad Carleton, en Ottawa.

“Hemos entrado en guerra en este país. Una guerra que opone a personas razonables y responsables con fanáticos únicamente motivados por sus intereses; una guerra entre el bien y el mal”, aseguró ayer en USA Today Andy Parker, cuya hija, periodista, fue abatida a fines de agosto en Virginia.

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