El debate por bajar la pobreza está en pañales - Por Gastón Bustelo

El debate por bajar la pobreza está en pañales - Por Gastón Bustelo
El debate por bajar la pobreza está en pañales - Por Gastón Bustelo

El país se conmovió con la historia de Dylan, el pequeño de un año y medio que llegó al comedor comunitario Pequeños Gigantes de Luján, envuelto con un trapo y una bolsa de residuos que hacía de pañal. Son las marcas de la pobreza que se van cristalizando en nuestra sociedad y que costará revertir. Lamentablemente, por varios motivos, el futuro no tiene buenas noticias para los desclasados, el más importante es que la corporación política -y la dirigencia en general- no están preocupados ni ocupados por lo que les sucede a los que se quedan fuera del sistema.

Es importante recordar que en los últimos 50 años la economía nacional tuvo algo más de 2% de crecimiento anual promedio según el Banco Mundial. Pero como la población creció a una tasa superior al 1,3% promedio, el ingreso por habitante subió menos del 1% anual en las últimas cinco décadas. Los números son peores si se toman sólo los últimos 20 años. El promedio de crecimiento del PBI por habitante fue de 0,6% entre 1998 y 2018 y 0% entre 2008 y 2018.

Algo de esto se coló en el debate por el Presupuesto en el que el diputado Martín Lousteau dijo que una persona que empezó a trabajar en el año 74 y que se jubila el año que viene, vivió el 40% de su vida en recesión. Desde 1974 creció 0,6% por año el ingreso por habitante, a ese ritmo vamos a tardar 109 años en duplicarlo, tenemos 5 veces más pobreza que en el 74, dos veces más desigualdad, una deuda monstruosa e inflación en casi todos los años.

Así es como el sueño de que con educación y esfuerzo se puede progresar y que nuestros hijos tendrán un mejor nivel de vida que el nuestro, se transformó en pesadilla.

Es que, como era de esperar, el desmanejo en la economía tuvo su impacto en las condiciones sociales y en la posibilidad de salir de la pobreza. Lo deja claro un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que indica que "para un niño nacido en un hogar pobre de la Argentina, llevaría seis generaciones mejorar sus condiciones de vida en cuanto a nivel de ingresos, estudios, vivienda digna y acceso a la salud, para llegar a la clase media. Si ese mismo niño naciera en Colombia, le llevaría 11 generaciones, pero si naciera en Dinamarca o Suiza le llevaría dos generaciones, mientras que el promedio para los países de la OCDE es de 4,5 generaciones".

Los números actuales de ingreso confirman esta situación. La Canasta Básica Total en Mendoza llegó a los $ 19.659 en setiembre. Aumentó 44% en un año; en el mismo mes de 2017 estaba en $ 13.594. Recordemos que los $ 19.659 es el monto de ingresos que una familia necesita reunir para no ser considerada pobre. El número es alto y preocupante, no sólo porque a más personas les cuesta reunir esa cantidad de dinero, también complica que en Mendoza el salario promedio, según la última medición de marzo del Ministerio de Trabajo, llegaba a los 22 mil pesos. Seguramente le faltarán unos pesos más por las paritarias, pero no se despegaría mucho más de los casi 20 mil pesos que son necesarios para no ser alcanzado por la pobreza.

Los problemas no terminan ahí, sabemos la importancia de la educación para sacar a las personas de la pobreza. Sobre todo es fundamental para los chicos de sectores vulnerables avanzar con la jornada extendida, pero poco se ha hecho. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), sólo el 9% de los chicos escolarizados de 6 a 12 años van a una escuela con jornada extendida. Además no están recibiendo instrucción en saberes importantes para el mundo laboral, como inglés y computación. Siempre según el Observatorio, en las escuelas primarias del país hay un déficit en la enseñanza de un segundo idioma, que afecta al 39,9% de los alumnos y déficit de computación que afecta al 48,9.

¿Qué hacen en otros países?

En Chile, bajo el programa Compromiso País, se lanzó la alianza público-privada que identifica los grupos de alta vulnerabilidad para solucionarle las carencias y necesidades. Luis Yarur, presidente del Banco BCI; Lázaro Calderón, gerente general y propietario de Ripley; Bernardo Matte, presidente del banco Bice y director de Entel; Carola del Río, dueña de Derco y accionista de Falabella; Roberto Angelini, encabeza el Grupo Angelini y preside las empresas Coper e Ignacio Cueto, gerente general de Latam y miembro de la familia accionista mayoritaria, entre otros importantes empresarios, asumieron el compromiso y trabajarán junto al gobierno para sacar de la pobreza a los menos favorecidos. Otra cosa, los buscaron para que ayuden y se cuidaron que no se produzcan conflictos de intereses. Además, incorporaron sindicatos y académicos.
Involucrar al empresariado en el combate contra la pobreza y otras vulnerabilidades es un desafío en este país. En otros lugares del mundo suceden cosas parecidas a lo que implementó Chile. En Francia, cuando se produjo la crisis de 2011, los empresarios decidieron realizar una contribución especial para paliar el déficit y la deuda que amenazaban la estabilidad del país y la calidad de vida de las mayorías. Entre las empresarias que motorizaron la acción se encontraba la dueña de L'Oreal, Liliane Bettencourt, quien escribió una carta diciendo: "El gobierno pide a todos los franceses un esfuerzo de solidaridad en estos tiempos de crisis económica, nos parece necesario contribuir en una proporción a la riqueza que hemos conseguido gracias a este país y sus condiciones de trabajo". ¿Imaginan algo similar en Argentina? Hay más. El año pasado, en Estados Unidos, un grupo de 400 millonarios y multimillonarios redactó una carta en la que le pidieron al Congreso que no recorte sus impuestos. El texto, firmado por nombres como George Soros y Steven Rockefeller, considera que la rebaja de impuestos solo favorecerá la desigualdad y aumentará la deuda. "Creemos firmemente que la forma de crear más trabajos de calidad y fortalecer la economía no es mediante reducciones de impuestos para los que más tenemos, sino invirtiendo en el pueblo americano".

Aquí, la corporación política y los dirigentes no presentan ideas superadoras y definen medidas que condenan a más gente a estar fuera del sistema. La discusión seria sobre las políticas para bajar la pobreza quedará, una vez más, para otro momento; mientras tanto, el debate seguirá en pañales y las consecuencias serán irreversibles.

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