La Biblioteca Pública General San Martín, en el corazón de La Alameda, es la más importante de la provincia y una de las principales del país. Con sus más de 130.000 libros, archivos y materiales de lectura, la Institución responde a la amplia gama de necesidades que demanda el público mendocino y de otras partes, que visitan este centro de información de primera magnitud.
Es la mirada que tenemos sobre la biblioteca de la calle Remedios de Escalada y a la que frecuentemente dedicamos este segmento editorial en atención a sus funciones y aportes a la investigación, los conocimientos humanos, la preservación de saberes acumulados y la defensa del patrimonio cultural.
Debido a que no pocos edificios públicos del sector cultural de la provincia han sufrido deterioros por la falta de mantenimiento de su infraestructura, como ocurrió con el Espacio Contemporáneo de Arte (ECA) o el Museo Provincial de Arte Emiliano Guiñazú-Casa de Fader, es que nos preguntamos si la mayor casa de los libros de Mendoza goza de un buen momento y es cuidada como corresponde.
En principio podemos decir que tanto el trabajo de la dirección del establecimiento como el de sus empleados, está enfocado a brindar una respuesta de calidad a los cientos de usuarios que concurren diariamente a la sede.
Pero, no hay que olvidar que la Institución, nacida hacia 1820 por impulso del doctor Tomás Godoy Cruz y Juan Crisóstomo Lafinur, coronó el sueño de su edificio propio recién en 1956, cuando se levantó la estructura que conocemos en el solar que el general José de San Martín había adquirido para su radicación en suelo cuyano.
Es, por tanto, una construcción que ya ha transitado más de sesenta años de atención, que alberga alrededor de 130.000 volúmenes, entre ellos las Joyas Bibliográficas, y la más importante colección de diarios locales y revistas del medio. En la época de mayor atención al público, por sus ambientes se desplazan unas 500 personas y posee un plantel de cerca de 40 empleados en tres turnos.
Es por cierto un inmueble de intenso uso, que merece una especial atención y cuidados esmerados de mantenimiento, de manera de impedir que decaiga su rendimiento y evitar que el deterioro se instale en pisos, paredes, techos y otras instalaciones.
Dijimos que la atención del personal es óptima, pero hay situaciones que deben ser corregidas. Es una mora muy grande que la Institución no disponga de la digitalización de las colecciones de diarios, los documentos más antiguos y valiosos y los ejemplares incunables. En la actualidad, muchos de estos elementos, no pueden ser consultados porque sería exponerlos a su segura inutilización. Se trata de una inversión que el Estado mendocino debe asumir y encarar con tiempo, pero hay que arrancar de una vez por todas.
Otro punto en contra en la valiosa biblioteca es que desde hace por lo menos cuatro años el elevador de libros y diarios está descompuesto, por lo que el material debe subirse por la escalera, con los riesgos que ello implica. La ausencia del montacargas se cubre, en parte, permitiendo a determinados usuarios trabajar en el subsuelo, pero no hay suficiente cantidad de personal para controlar colecciones y otros documentos, e impedir robos de hojas e imágenes como algunos malos lectores llevan a cabo.
Asimismo, el ascensor no funciona desde hace siete meses, lo que es un problema para personas con dificultades motrices y que también se siente a la hora de subir diarios o libros. La noble y gran Biblioteca San Martín está allí, presente, brindando su oferta y dispuesta a iniciar en marzo, tras el lapso menos exigente del verano, un nuevo período de generosa asistencia a estudiantes de todos los niveles, investigadores y vecinos amantes de la lectura y el conocimiento. Las autoridades del área deben impedir que ciertas señales de deterioro se agraven y encarar su corrección. Lo que ha pasado en otros edificios patrimoniales que no fueron atendidos a tiempo, es una experiencia lamentable que no debe repetirse en Remedios de Escalada 1851.