El Cuervo: a 25 años de la película en la que el hijo de Bruce Lee encontró la muerte

Hace 25 años, un 28 de octubre de 1994, el estreno de una película que mezclaba el terror y el cómic causó una atracción macabra que poco tenía que ver con el valor artístico de la cinta. Y es que al momento del estreno, su protagonista ya había muerto. No sólo eso: lo habían asesinado en medio de la filmación.

Hablamos de El Cuervo (The Crow), una cinta que se rodó con gran expectativa, en especial por la apuesta artística: el guion se basaba en un atractivo cómic que ofrecía climas que estaban en boga (la oscuridad de la Ciudad Gótica que Tim Burton llevó al cine podía ser buen ejemplo) y contaba en su elenco con un actor que estaba llamado a ser una nueva estrella. Y que, además, tenía "sangre azul" de estrellas en sus venas: eran Brandon Lee, hijo nada menos que del gran Bruce Lee, y quien conseguía su primer protagónico.

Con el director Alex Proyas tras las cámaras (quien venía de dirigir videoclips de Sting, Cutting Crew y Fletwood Mac), la película contaba la historia de Eric Draven, asesinado en el día de su boda, y quien volvía de la muerte para vengarse. Las reminiscencias de Edgar Allan Poe en el título (además del nombre del personaje central), más la cuidada estética eran apuestas para el éxito.

Pero algo sucedió cuando restaban sólo ocho días de rodaje y la producción parecía satisfacer a los productores. Había que filmar una escena en la que el actor Michael Massee (visto en Pecados capitales y El asombroso Hombre Araña) debía dispararle a Brandon Lee. Pero algo terrible sucedió en las tomas rodadas el 31 de marzo de 1993: cuando Massee disparó, Lee cayó al suelo en una acción de extrema verosimilitud, tomándose el abdomen. El director gritó "corten" esperando que Brandon se reincorporara, pero ello no pasó. Al acercarse, los técnicos y su compañero de rodaje, notaron que estaba gravemente herido y sangraba profusamente, así que lo trasladaron de inmediato a urgencias.

La fatalidad había llegado al set: días antes, en medio de una producción que involucraba muchas escenas de tiroteo, los encargados en efectos especiales habían preparado cartuchos inertes, es decir, cartuchos reales a los que se les vacía la pólvora para que no causen más que el efecto explosivo. Si bien existen las balas de salva, estas son muy caras y la producción buscó ahorrar en el presupuesto con esta estrategia. Sin embargo, pasaron unos días, y por un error fatídico, en la pistola se cargaron balas con y sin carga.

Brandon, que contaba con apenas 28 años, no sobrevivió a la balacera y murió en el hospital. El hecho derivó en una investigación, en una profunda depresión del actor Massee (quien sin saberlo ni quererlo, le dio muerte a su colega) y del director Alex Proyas, quien dio por terminado el proyecto pensando en que jamás iba a ver la luz.

Sin embargo, a los pocos días, la familia de Brandon Lee, haciendo gala del coraje y la entereza de la que daba muestras su padre, se acercó a Proyas y le pidió que concluyera el film como fuera. Proyas cifra el éxito que la cinta tuvo justamente en la entrega del actor registrada por la película: “Brandon le dio tanta pasión al personaje... Yo no quería concluir la película después de la tragedia, estaba devastado, pero su familia se acercó y me pidió que la terminara por él. Así que regresé y quedé realmente sorprendido por lo que Brandon había logrado. ¡Era un personaje realmente hermoso!”.

Utilizando dobles para las pocas escenas que quedaban, Proyas terminó el film, que se estrenó meses después y fue un éxito. Algo del morbo, por supuesto, tuvo que ver. Pero también la estética "dark" de la película ayudó y, por supuesto, la impactante actuación del hijo de Bruce Lee.

Las escenas en las que Brandon muere jamás trascendieron. Se utilizaron para la investigación sobre la muerte del actor, pero una vez terminada la misma, Proyas pidió el metraje y se encargó él mismo de incinerarlo. Nadie debía ver tan trágica muerte. Brandon Lee no lo merecía.