Más de 60% del alza del consumo se debió a la rápida expansión del gasto en educación, turismo, cultura, salud y esparcimiento, bienes sofisticados de alto contenido cultural.
El turismo doméstico creció 41,9% anual en 2017, y el internacional se expandió 35% en los primeros 8 meses del año (más de 135 millones de chinos viajarían al exterior en estos 12 meses, la mitad a EEUU y Europa).
Por eso es que el sector servicios cubre ya 55% del PBI (ascendía a 40% hace 10 años), y aumenta a una tasa anualizada de 15%.
El auge del consumo en actividades sofisticadas refleja una modificación de la estructura de clases de la República Popular. El sector de mayores ingresos de la nueva clase media (US$ 30.000- 40.000 por año) era 5% del total en 2000, y trepó ahora a 35%.
Sería 45% en 2020, más de 50% en 2025, y excedería 70% cinco años después. Entonces China abarcaría a 1.000 millones de personas de alto nivel de consumo.
Se trata de un salto cualitativo. La nueva clase media china (unos 300 millones de personas) tiene un nivel de calificación, cultura digital y actitud innovadora superior a la población estadounidense.
La acumulación capitalista no es solo un proceso de ahorro/inversión y reproducción ampliada. También implica la creación incesante de nuevas necesidades.
Es un “proceso civilizatorio” -dice Marx en los Grundrisse- que modifica la naturaleza del consumo y lo convierte en un reclamo constante de nuevos productos con cada vez mayor contenido cultural.
La transformación estructural que está atrás de este "cambio civilizatorio" en China se puede formular en los siguientes términos: 45,6% del total de las inversiones industriales se destinaron en 2016 a las manufacturas de alta tecnología, que son las que requieren por definición personal elevadamente calificado, y alcanzan ya a 10% del PBI (U$S 12 billones), que treparía en 2020 a 15%, con una producción de valor agregado de U$S 1,47 billón. La economía digital abarca 30% del producto de la República Popular este año.
La regla en el capitalismo es que lo cuantitativo se torna cualitativo al traspasar un cierto escalón productivo que tiene por eso un carácter de punto de inflexión. Ese nivel se ha alcanzado en China en los últimos 5 años a partir de 2010.
En esta economía china de punta, con la nueva clase media como protagonista, lo virtual se ha fusionado con lo real.
En esta economía china de punta, con la nueva clase media como protagonista, lo virtual se ha fusionado con lo real. El resultado es que más de la mitad de sus integrantes, encabezados por la franja entre 18 y 29 años, ha dejado de utilizar dinero en efectivo y realiza ahora digitalmente todas sus transacciones (Alipay/Alibaba es el canal requerido para realizar todos sus pagos por más de 80% de esta franja generacional).
La nueva clase media en China es un componente activo de la nueva revolución tecnológica de la "nube" o "cloud computing", el sistema de interconexión más allá de Internet; y los creadores de startups de alta tecnología, prácticamente todos de este sector social, aumentan 57% por año.
La regla en la "nube", y especialmente en su subproducto que es la nueva revolución industrial, es que la lógica de funcionamiento tiende intrínsecamente a la abundancia, y en el horizonte, a la gratuidad.
En ella, por definición, el conocimiento es de carácter público, no privado ("todo está en la red"). Es un sistema social, que impulsa por necesidad la integración y la solidaridad.
Los 300 millones de chinos de la nueva clase media altamente calificada son el principal factor de producción en la economía hiperintensiva, globalizada, y de alto y sofisticado consumo surgida en los últimos 5 años.
Se han convertido en la "inteligencia colectiva" que impulsa y conduce el nuevo mecanismo de acumulación fundado en el conocimiento y la innovación.
El capitalismo de punta de la República Popular adelanta el futuro; y no se funda ni en el capital ni en el trabajo, sino en el conocimiento, que reúne la doble condición de altamente especializado y profundamente sistémico (viajes, cultura, idiomas, salud). Es un sistema no individualista, que en un sentido estricto ha dejado de ser capitalista, o está más allá de él. Socialismo surgió como derivado del término social, pero antes estaba fundado en el trabajo y ahora en el conocimiento.
En este sistema, producción y consumo tienden a fusionarse, porque en ambos términos de la ecuación predominan las ideas sobre las cosas materiales. En todo caso, al conectarse objetos con objetos a través de las ideas (Internet de las Cosas/ IoT), desata un boom de productividad en los bienes físicos.
El futuro ya está en China. No hay que esperar a después, es éste.
No deja de ser sorprendente que esta novedad histórica haya ocurrido en un país con 5.000 años de historia gobernado por el Partido Comunista.