“Nuestro objetivo es hacer de la moderación un hábito, fomentando los cambios necesarios para ello”. La frase corresponde a la titular de la comisión de Consumo Responsable, de Bodegas de Argentina y resume un pensamiento y una idea realmente valiosa, en razón de que la industria, que se encuentra atravesando una de sus crisis más duras de los últimos años, prefiere dejar de lado, o al menos morigerar, el plano financiero para fortalecer el aspecto humano.
No caben dudas de que el alcohol y la velocidad constituyen un cóctel explosivo que ha costado la vida de miles de jóvenes en accidentes de tránsito. Así lo señalan las estadísticas que indican que la gran mayoría de los accidentes graves, con costos de vidas humanas, se produce los fines de semana y en los cuales participan jóvenes que han superado los valores de alcohol en sangre como para poder conducir.
La tarea desarrollada por organizaciones no gubernamentales, impulsadas por padres de las víctimas de los accidentes y los controles que se multiplican por parte de las autoridades policiales, ha logrado reducir en parte la cantidad de accidentes, pero no superar el flagelo.
Es por eso que resulta valioso que la industria del vino contribuya con su cuota parte para llevar soluciones. Está conformando alianzas con empresas e instituciones, como el Instituto Nacional de Vitivinicultura, la Universidad Nacional de Cuyo, escuelas de gastronomía y sommeliería y empresas de servicios vinculadas a la actividad, a los efectos de que distribuyan un mensaje destinado a destacar que el vino debe ser bebido con placer y que la ingesta no controlada puede resultar perjudicial.
"Nuestro deseo es que nuestros consumidores se auto regulen y si creen que han bebido de más, no manejen, que designen a un conductor o utilicen otros medios de transporte", dice la representante empresaria.
Advierte la entidad impulsora de la iniciativa que hay proyectos tendientes a establecer la tolerancia 0 como medida para disminuir los accidentes que ocurren por personas que conducen con altos niveles de alcohol en sangre y considera que quienes no respetan 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre actualmente vigente en todo el país, tampoco van a respetar el no consumo, razón por la cual considera que educar, tendiendo al consumo moderado, es el camino más adecuado para resolver este tipo de situaciones.
Si nos atenemos a los hechos, podremos observar que las publicidades entre el consumo de vino y el de otras bebidas alcohólicas varían sustancialmente. Porque en el caso del vino se destaca el placer, la importancia de consumirlo en pareja o entre amigos y especialmente el de la familia reunida los fines de semana.
En los casos restantes, en su gran mayoría tienden a establecer que gran parte del éxito de los jóvenes en los boliches o en las fiestas, está relacionado con el consumo de determinada bebida. Cabría aquí también señalar que en los últimos tiempos una marca de cervezas también se ha sumado a la iniciativa de que si bebió, no conduzca.
En situaciones económicas difíciles como las que atraviesa el país o en épocas de crisis profunda, como la que afecta a la vitivinicultura y a otras economías regionales, puede llegar a resultar interesante adoptar criterios tendientes a mejorar las ventas, priorizando el plano financiero de las empresas.
Sin embargo, la vitivinicultura ha decidido priorizar el plano humano, el de la familia y el de la vida de los jóvenes. Una nueva muestra de la madurez que ha alcanzado nuestra principal industria.