El gran favorito, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, de 67 años de edad, ganó ayer en primera ronda las elecciones presidenciales de Portugal, según los resultados oficiales completos, salvo 14 consulados
Este profesor de derecho y comentarista estrella de la televisión en los últimos 15 años obtuvo el 52% de los votos, muy por delante del independiente de izquierda Antonio Sampaio da Novoa, quien alcanzó sólo al 22,89% de los sufragios, de acuerdo a los resultados oficiales casi completos.
“Salimos de un largo proceso electoral que dividió a la sociedad. Hoy en tiempo de pacificación, económica, social y política en Portugal”, declaró antes varios centenares de seguidores congregados en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lisboa.
“Quiero restablecer la unidad nacional. Un país como el nuestro, que sale de una profunda crisis económica y social, no puede permitirse el lujo de perder su energía”, añadió. “En esta elección presidencial no hay vencidos, todos formamos una sola patria”, añadió, visiblemente emocionado, Rebelo de Sousa.
Marisa Matias, candidata del Bloque de izquierda, formación cercana al Syriza griego y al Podemos español, dio la sorpresa al ser tercera con un 10,13% de votos, por delante de la exministra socialista Maria de Belem Roseira (4,24%) y el candidato comunista Edgar Silva (3,95%).
Rebelo de Sousa, ex presidente del Partido Social-demócrata (centroderecha) sucederá a otro conservador, Aníbal Cavaco Silva, quien a sus 76 años de edad finaliza su segundo quinquenio consecutivo, o sea, el límite que permite la Constitución portuguesa.
La abstención descendió a un 51,2%, tras un récord de 53,5% en la anterior consulta presidencial en 2011.
Si bien el jefe de Estado portugués no tiene poder ejecutivo, dispone de una prerrogativa de peso: la disolución del Parlamento, pieza clave de una campaña con poca movilización.
Pero, según los politólogos, Rebelo de Sousa sólo tendría la intención de hacer uso de esta herramienta si hubiera una ruptura en la alianza inédita de la izquierda, surgida tras las elecciones legislativas del pasado 4 de octubre.
Entre los primeros en felicitar al futuro jefe del Estado, el exprimer ministro de derecha, Pedro Passos Coelho, estimó que “esta victoria en la primera ronda le confiere una autoridad política incontestable”.
Rebelo de Sousa abogó el domingo por la “convergencia política” y se comprometió a “ser un presidente libre e independiente, que solo tiene un compromiso, servir a todos los portugueses”.
Durante la campaña se mostró más bien conciliador con el nuevo primer ministro, el socialista Antonio Costa, que gobierna en alianza con la izquierda radical.
Árbitro de la situación
Rebelo de Sousa llegó a la consulta con el apoyo oficial de las dos formaciones de derecha, el PSD y la CDS, aunque tomó distancias con dos partidos asociados a las impopulares políticas de austeridad de la anterior legislatura.
“Quiero restablecer la unidad nacional. Un país como el nuestro, que sale de una profunda crisis económica y social, no puede permitirse el lujo de perder su energía”, proclamó ayer.
Aparte del color político, Rebelo de Sousa no se parece en nada al saliente Cavaco Silva. Este dirigente conservador, de aspecto rígido, nunca escondió sus reticencias a nombrar un gobierno socialista apoyado en el parlamento por varios partidos de izquierda radical.
La alianza, inédita en cuarenta años de democracia en Portugal, logró sacar del poder en unos pocos días a la coalición de derecha, que ganó las legislativas del 4 de octubre pero sin mayoría absoluta.
Al contrario que Cavaco Silva, el “profesor Marcelo” se ha mostrado muy conciliador con el gobierno de izquierda dirigido por Costa, su exalumno en la facultad de derecho de Lisboa. Y si es elegido, “no será un enemigo político del gobierno socialista”, según aseguróel politólogo António Costa Pinto. Aunque en caso de crisis, “tampoco dudará en convocar nuevas elecciones, si está convencido de que propiciarán una mayoría estable”, añadió el experto.
En total se presentaron diez candidatos en esta consulta, una cifra récord para unas presidenciales en Portugal.
“He votado por el profesor Marcelo. Después de verlo tantos años en la televisión, conozco sus ideas políticas”, comentaba Mario Machado, un jubilado de 72 años, después de ejercer su voto en un barrio acomodado de Lisboa.
Una opinión alejada de la de José Nascimento, un contable de 57 años, que ha optado por una candidata de izquierda. “Marcelo es una personalidad del mundo del espectáculo que promete todo a todo el mundo”, afirmó tras emitir su sufragio.
El futuro presidente prestará juramento el próximo 9 de marzo, pero no podrá utilizar su prerrogativa de disolución del Parlamento hasta abril, seis meses después de las elecciones legislativas de octubre, de acuerdo a la Constitución vigente.
Un pueblo entero no votó
Los 1.600 electores del pequeño pueblo de Muro, en el norte de Portugal, boicotearon ayer la elección presidencial para reclamar la conexión de su localidad a la red ferroviaria urbana de la gran ciudad vecina de Oporto, indicó su alcalde, Carlos Martins.
“Los colegios electorales estuvieron abiertos de las ocho a las once de la mañana, el mínimo legal, pero no acudió a votar ni un solo elector, toda la población es solidaria con el movimiento”, se felicitó Martins. La empresa portuguesa de ferrocarriles dejó en 2002 de servir el municipio, de unos 2.000 habitantes, situado a 15 km al norte de Oporto, la segunda ciudad del país.