Los noticieros de la TV porteña abruman hablando sobre el clima aunque, claro, siempre los datos que se presentan corresponden a la Capital y sus alrededores pese a que su audiencia suele ser nacional. El interior está ausente, salvo contadas excepciones entre las que se incluye el Canal Rural.
Realmente para una persona que vive en el interior del país y que entiende de la relación entre el clima, la economía y la vida en regiones rurales, el enfoque como se considera la cuestión del clima, es muy diferente.
Por ende, sería conveniente y útil que el tema del clima, o estado del tiempo, o cambio climático, sean abordados con más seriedad técnica, dada la decisiva incidencia sobre el sector agropecuario, el más dinámico de la economía del país.
Un caso notorio es lo que ocurre en la región pampeana que, en un año, pasó de tener 15 millones de hectáreas bajo el agua, a tener ahora una superficie similar sufriendo una de las sequías más severas en medio siglo.
En tanto en el extremo norte del país, el desborde por crecidas del río Pilcomayo, ha afectado a numerosas comunidades muy pobres de Salta y Formosa.
Muy ilustrativo es lo expresado por el Ing. H. Huergo en "Clarín Rural" cuando dice: "Sabemos desde hace dos siglos que en estas pampas se alternan sequías e inundaciones.
‘Ya lo decía Ameghino’, es la versión criolla del slogan inútil. ‘Obras de retención, no de desagüe’ tradujeron mal su pensamiento. El gran naturalista argentino decía que había que hacer las dos. El debate fue estéril porque no hicimos ni unas ni otras, salvo algunos canales que apenas atenuaban los efectos de las correntadas, cuando venían”.
El cambio climático exacerba la secuencia de inundaciones y sequías. Las pérdidas que esta última está provocando en la cosecha de soja y maíz, son dramáticas.
Semana a semana las instituciones nacionales especializadas en estos temas vienen recortando los pronósticos de cosecha.
En soja se ha pasado de estimación de cosecha de 57 millones de toneladas, a una de 35 millones, por baja de rendimientos. En maíz se pasó de 43 millones a 30.
Los bajos rendimientos llevarán a que los productores, aun cosechando, incurran en pérdidas económicas importantes. Esta situación afectará la capacidad financiera de encarar el próximo ciclo de siembra.
La agricultura tiene un importante efecto derrame en la zonas donde se produce. Se estima que el 80% de los gastos que realiza el productor se hacen en la localidad donde está el campo. En consecuencia, bajará la demanda en los comercios y servicios de la zona, como ferretería, albañilería, plomería, etc.
Un caso de fuerte impacto será el transporte de cargas, donde se estima una disminución de un millón de viajes de los camiones.
Los números siguen inquietando ya no sólo al sector agropecuario, donde las pérdidas superarán los 5.000 millones de dólares; una cifra algo similar se estima por la baja en exportaciones.
Por cierto los ingresos del fisco nacional y provincial sufrirán bajas importantes. En la provincia de Córdoba, la primera productora de soja y maíz, el Ieral estimaba hace casi un mes una pérdida de 1.250 millones de dólares, suma que debe haber aumentado por que los recortes de producción han seguido; los últimos afectan a esa provincia.
Otro especialista en economía agropecuaria señala que la crisis provocada por la sequía no se limita a la agricultura sino que arrastra también a la ganadería, ya que por falta de pasto se está enviando más hacienda a faenar y con menos peso.
La menor producción de granos hace subir los precios y por lo tanto los costos de producción del sector avícola, el segundo volumen de consumo carne. Lo mismo ocurre con la producción porcina, de huevos, de leche.
Hay expectativas de aumento de precios de estos alimentos en los próximos meses, en un contexto de una inflación que no baja.
Es que al clima hay que tomarlo en serio.