El clan Lange unido por la misma pasión

Santiago y sus hijos Klaus y Yago competirán por primera vez en unas Olimpíadas. La vela es su debilidad.

El clan Lange unido por la misma pasión

A Río llegó una familia singular de atletas: los argentinos Lange. La componen un padre que hará historia y dos de sus hijos. Santi vivirá los que serán sus sextos JJ.OO, lejanos ya los de Seúl, su primera experiencia. Y lo hará tras vencer un cáncer de pulmón descubierto poco antes de la cita. Santi, el patriarca, lo superó y cumplirá el sueño de ser olímpico junto a Yago y Klaus.

Lange padre suma dos medallas en Olimpíadas, las de Atenas y Pekín, bronce en ambas ocasiones y las dos en la clase Tornado. Llegar a la Medal Race -donde compiten las diez primeras embarcaciones con doble puntuación en juego-, fue exigente.

¿Otro entrenamiento para la lucha vital contra el cáncer? Seguramente un deportista de élite como él, acostumbrado al sacrificio y a la garra, venía aprendido la lección de “lucha por la vida” que aprobó con excelente nota en los últimos meses.

Santiago es ingeniero naval, con el hobby de la vela como pasión y dedicación. El dinero que gana lo dedica a su deporte. Aparte de las medallas olímpicas compitió en  cuatro Mundiales, con múltiples medallas en otras competiciones e interveni en la notoria Copa América. Como ingeniero diseñó veleros exitosos, tanto como para ganar siete veces la Copa del Mundo.

Está claro que le transmitió el amor por la vela a sus hijos, los mencionados Yago  (28) y Klaus (21), que al principio viajaban por todos los mares y océanos para ver competir a su padre, como la visita que hizo Yago a su padre en Atlanta, con ocho años,  que le dejó marcado. Ahora ambos luchan por ser los mejores en su clase, 49er.

Los hermanos se habían puesto como objetivo llegar juntos a unos Juegos y ahora, conseguida aquella misión, vivirán su primera experiencia olímpica y lo harán junto a su padre, algo que puede que nunca nadie haya experimentado.

Porque el sueño de Santi era vivir una olimpiada los tres juntos. Ante el anuncio inesperado de sus hijos, Santi decidió seguir luchando, con 55 años, por una plaza también para él. No necesitaba demostrar nada a nadie, pero el poder vivir semejante vivencia junto a sus hijos le dio el empujón final necesario.

Para Santi Lange lo importante no son los propios Juegos en sí, sino el camino lleno de regatas y de obstáculos, de horas y horas de entrenamientos y de pruebas que hay que recorrer hasta conseguir la plaza.

Al fin y al cabo, como dice, los Juegos duran apenas unos días, unas horas pero, eso sí, traen consigo un ambiente y un sentido de responsabilidad, al representar al país de uno, que supone la esencia del deporte.

Sólo nos queda esperar para ver si en Río de Janeiro logrará un mejor puesto el experimentado padre o sus vehementes hijos. Será, en cualquier caso, una victoria de todo el clan Lange.

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