En la eterna comparación del fútbol con la vida real se nos pueden ocurrir cada día cientos de símiles. Ayer tuvimos en Europa una de esas jornadas inspiradoras para el futbolero de verdad. Un sábado de esos que parecen fabricados a mano para el verdadero hincha, televidente observador. El día perfecto para el mirador. Y cada mirador de fútbol tiene sólo una cosa en común con el resto de miradores, sea del norte o del sur: cada mirador tiene su clan.
Cada hincha tiene una familia. Pongámonos a comparar entonces el fútbol y la familia, aunque solo sea por un día. Un gran día de fútbol como el de ayer en el viejo continente.
El que se sienta en el trono es la Premier League inglesa, que vendría a representar al padre. Porque nos guste o no Inglaterra lidera hoy por hoy la élite del fútbol europeo.
Ayer Mourinho y Guardiola se volvían a encontrar ante los ojos del mundo con un porcentaje de audiencia planetaria superior a cualquier otro europartido. Un papá firme y sabio, un viejo duro pero justo. La Premier sabe que como inventora del fútbol tiene la sartén por el mango, sabe que controla el mercado y sabe por ende también que no le hace falta demostrarlo en voz alta. Ayer el duelo se lo llevó el City en casa vecino, el mirador se acordaba de los antiguos duelos de entrenadores y mientras tanto Otamendi se convertía en uno de los mejores defensores del mundo. Literalmente el bonaerense se dejó la piel en el campo mientras el Kun lo veía por la tele. Sea como sea, el partido fue el gran choque del fin de semana y la Premier volvió a demostrar que está muy fuerte a pesar de la edad, que está en forma a pesar de no contar con las figuras de otros lugares.
Después está La Liga española, que vendría a ser la madre. Una matriarca que dirige sin complejos a la misma altura del padre, en ocasiones incluso con más brillos y destellos. Porque astros son lo que le sobran a la Liga, y los Ronaldo, Messi, Suárez, Neymar, Bale y compañía son demasiados atributos como para no saberse hermosa. Y lo que además tiene de bonito la Liga es que está llena de sorpresas, llena de orgullo y llena de posibilidades. Ya sabe mucho pero no quiere dejar de aprender. Sampaoli ganó su partido en el último suspiro, el Madrid robó fácil, el Cholo sacó pecho y el Barcelona perdió feo en el Camp Nou contra un recién ascendido. Todo es posible con una madre así.
Tras los papis viene la hija mayor, que sería la Bundesliga Alemana. Por supuesto esta lejos de llegar a lo que sus padres han logrado, pero se adivina en su voluntad que quiere seguir creciendo con personalidad propia. Talento, talento y más talento la hacen bella per se, y sus campos siempre se muestran llenos porque es incomparable compartir con ella un ratito, aunque solo sean 90 minutos. Siempre equilibrada, con esa sonrisa firme que cura todos los males.
Y por último esta la pequeña de la casa, la liga italiana, que inevitablemente quedó al final de la cola con los números en la mano. Pero ojo, que la magia del Scudetto no se esfuma ni con la luz apagada. La más pequeña de todos nos advierte a ratitos que es la Vecchia Signora.
Tiene todo por hacer pero sus posibilidades son emocionantes. Es menuda, pero a nadie le gusta cruzarse con una escuadra italiana porque podría salir lastimado. Por el número no manda, pero algún día llegará a ser grande de verdad. Otra vez.
Ahí están los miradores del sur, encendiendo sus televisores para invitar un ratito a su casa a los visitantes del norte. Los albergan en su hogar con cariño y dedicación teniendo siempre el detalle de dedicarles todo el tiempo que tienen con una devoción que en ocasiones puede sentirse hasta inmerecida. Pero los clanes son así. Fieles. De fierro. Apasionados. Y prepárense porque esto no ha hecho más que empezar.