Desde 2010, la cuenta corriente de la balanza de pagos viene registrando fuertes y crecientes déficits. Significa que las compras de bienes y servicios del exterior y los gastos y pagos generados por regalías, turismo, viajes, intereses y utilidades exceden los dólares que ingresan por las exportaciones y otros servicios.
En poco más de siete años, el déficit externo acumulado supera los US$ 75.000 millones que se fueron cubriendo con endeudamiento. Este rojo externo es creciente, a tal punto que en el primer trimestre de este año el saldo fue negativo en US$ 6.871 millones, un 39% mayor que el rojo de igual trimestre de 2016.
Y en el segundo trimestre, el déficit fue US$ 5.954 millones, un 114% mayor que el de igual trimestre del año anterior, según los datos del Indec. Y serían aún mayores en la segunda mitad de este año, en parte, porque el saldo comercial negativo podría trepar a los US$ 8.000 millones, casi el doble de lo que calculó el Gobierno en setiembre pasado en el proyecto de Presupuesto 2018.
El déficit fiscal también viene registrando valores crecientes. El proyecto de Presupuesto 2018 calcula que en 2017 el déficit del sector público nacional será de $ 633.768 millones, equivalente a 6,2% del PBI.
Se trata del déficit fiscal más elevado desde que en 2009 las cuentas públicas nacionales se tornaron negativas y el rojo fiscal pasó a ser creciente.
En 2009, el déficit fue de 1,1%. Ya en 2013 superó el 2%, en 2014 fue superior al 3% del PBI, en 2015 orilló el 4% del PBI, subió al 5,9% en 2016 y este año alcanzaría el 6,2%. Este “agujero” fiscal se financia con más endeudamiento público.
Estos números no incluyen el déficit de las provincias y municipios ni el del Banco Central (déficit cuasi-fiscal). Si se los incluyera, el "rojo" ascendería a más de 9 % del PBI, (unos US$ 60.000 millones).
Estos “déficits gemelos” se retroalimentan porque crece la necesidad de tomar más deuda para financiar el rojo fiscal, el ingreso de esos dólares externos aprecia el tipo de cambio y agranda el rojo externo, crece el peso de los intereses en las cuentas fiscales y el déficit del Banco Central por el aumento de la tasa de interés interna para absorber los pesos que debe emitir para comprar las divisas que le vende el Tesoro, y en un movimiento cada vez más ascendente.
Hernán Hirsch, de FyE Consult, estima que el déficit gemelo se compone de un 7,2% del PBI en lo fiscal y del 4% el externo, acentuados por una tasa de inflación aún elevada (23,4% anual).
Para el especialista Héctor Giuliano, “Argentina ingresó en un nuevo ciclo estructural de déficits gemelos, que no tiene miras de revertirse bajo la actual política financiera y fiscal del Gobierno”.
El principal rubro del gasto público y de ambos déficits es el pago de los intereses de la deuda pública, porque “si bien el primero es el gasto social -fundamentalmente previsional- éste se compensa en gran medida por los ingresos del sistema de la Seguridad Social, mientras que los intereses son gasto público corriente neto”.
Y agrega que el déficit fiscal real sería mucho mayor porque en 2017 y 2018 se prevé capitalizar un 30% de los intereses por anatocismo -intereses impagos que se transforman en capital y devengan nuevos intereses-, lo que significa "que los déficits fiscales totales podrían llegar, en realidad, a $ 719.000 millones en 2017 y a $ 804.400 millones en 2018".
En tanto, Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina, dice que “la presencia de déficits gemelos preocupa pero no debería ser alarmante si el rojo responde a una situación transitoria. Por caso, si hay déficit externo producto de importaciones de capital que permitan explotar en 5 años la producción de Vaca Muerta, en el mediano plazo la economía argentina podría revertir los déficits gemelos (más producción de hidrocarburos mejora los ingresos fiscales y permite exportar o reducir importaciones energéticas, reduciendo simultáneamente los déficits gemelos) y por ende, repagar las deudas acumuladas durante los años deficitarios.
En cambio, si hay déficits gemelos pero estos no responden a mejoras productivas o sólo financian consumo de bienes y servicios en el exterior, el país estará acumulando pasivos sin mejorar su capacidad de repago. Eventualmente, si los déficits gemelos no se revierten o dejan de percibirse como transitorios, los acreedores del país o del Estado dejan de financiar el exceso de gasto del país o del sector público y se produce una situación crítica con la deuda externa y/o pública”.
A modo de conclusión, el titular de Ecolatina señala que "los déficits gemelos muestran que los desequilibrios lejos de revertirse se ampliaron, por lo que esta trayectoria no es sostenible. El acotado ratio deuda externa/pública existente le da tiempo al Gobierno para corregir los desequilibrios existentes antes de que los inversores dejen de prestarle al país y/o el sector público”.
Y agrega: “La pregunta del millón es si el tiempo conseguido será suficiente para corregir los desequilibrios. El reloj está corriendo”.