Ettore Scola fue un amigo cercano de Federico Fellini (1920-1993). Ambos se conocieron en su juventud mientras colaboraban en diarios humorísticos. Pero más tarde, ya convertidos en reconocidos cineastas, gustaban de visitarse mutuamente en los sets de rodaje de sus películas.
En ocasión del vigésimo aniversario de la muerte de Fellini, y desde la perspectiva del amigo, Scola decidió acercarse al universo fílmico de un creador que fue figura clave del cine italiano del siglo XX para rendirle un merecido tributo. El resultado de este acercamiento fue “Qué extraño llamarse Federico” (2013), un film que recrea con elementos documentales y de ficción distintos episodios de la vida del realizador de títulos inolvidables como “La dolce vita”, “8 y medio”, “La strada” o “Amarcord”, entre tantos.
El relato se construye a través de dramatizaciones, imágenes de archivo, fragmentos de películas, filmaciones en los míticos estudios de Cinecittá y la voz de un narrador que va conectando los hechos mientras resuena la música de otro genio, el gran Nino Rota, cuyos sonidos identifican hasta hoy las imágenes del genial cineasta.
Ettore Scola, por su parte, es a sus 83 años, otro de los grandes del cine italiano, autor también de piezas maestras como “Feos, sucios y malos” (1976), “Un día muy particular” (1977), “La terraza” (1980), “El baile” (1983) y “Splendor” (1989), entre muchos títulos más. “Qué extraño llamarse Federico” es su película número 40, después de “Gente de Roma” realizada en 2003.