Rudolf Weigl fue un parasitólogo polaco al que se le atribuye la primera vacuna efectiva contra el tifus. Realizaba estudios con piojos para combatir a la enfermedad cuando los nazis invadieron el país. Dada la efectividad de sus estudios, Adolf Hitler en persona le propuso trabajar para el Tercer Reich. Rudolf no dudó ni un segundo y, a riesgo de ser considerado traidor, aceptó de inmediato. Su plan fue sabotear a los intrusos, no servirles.
De inmediato puso manos a la obra. Explicó que necesitaba hacer pruebas sobre seres humanos con el fin de contener el tifus. La propagación de esta enfermedad se daba a través de los piojos y había vuelto luego de 25 años. Abundaba en los campos de concentración, de hecho Ana Frank falleció por su causa. El temor nazi era que el trabajo de los prisioneros perdiera eficacia y que las tropas se vieran en jaque por el mal. Así fue como al científico se le permitió experimentar con personas de origen judío.
Nuestro protagonista creo unos artefactos a los que bautizó como "jaulas para piojos", los mismos se colocaban con cinturones alrededor de las piernas para alimentar a los parásitos. Estos "alimentadores" debían usarlos una hora por día y llevar un cartel con la palabra "Apestado". Lógicamente esto los mantuvo a salvo de sus carceleros que buscaban evitarlos todo el tiempo.
Lo cierto es que en ningún momento estuvieron en peligro realmente. Se trató de una simulación gracias a la cual cerca de ocho mil personas pudieron sobrevivir al Holocausto. Entre los beneficiados por Weigl destacó el Dr. en medicina Stefan Krynski, quien años más tarde relató:
"El instituto creció en progresión geométrica: miembros de la universidad amenazados con la deportación para trabajar de esclavos en Alemania, estudiantes, jóvenes y miembros del movimiento de resistencia estaban protegidos por un empleo ficticio en el instituto, formando un personal peculiar del establecimiento de producción de vacunas".
Además, el científico proporcionó -de manera clandestina- vacunas contra la enfermedad a la población esclavizada en los campos nazis.
Con el fin de la Segunda Guerra el Instituto quedó en manos de los rusos y se desintegró. Rudolf Weigl falleció en 1957 a los 74 años. En 2003 desde Israel se le concedió como reconocimiento póstumo el título de "Justo entre las Naciones".