A menudo se dice que el tiempo cura todas las heridas. Sin embargo, los 17 años que transcurrieron desde su derrota en la final del Abierto de Australia no fueron suficientes para el chileno Marcelo Ríos, quien planea reclamar a la Federación Internacional de Tenis (FIT) que le reconozca el título de ese torneo, aduciendo un supuesto dóping del checo Petr Korda, su rival en el encuentro decisivo.
Los argumentos que esgrime el ex número uno del mundo parecen poco sólidos, ya que después de aquella final, disputada el 1 de febrero de 1998 y que se zanjó con un contundente 6-2, 6-2 y 6-2 a favor del europeo, Korda fue sometido a un control antidóping, que resultó negativo.
Cinco meses más tarde, tras caer en cuartos de final de Wimbledon ante el local Tim Henman, al checo le fueron detectados restos de nandrolona en una muestra, por lo que la FIT lo sancionó por un año. Ese hecho marcó el final de su carrera profesional.
De ese suceso posterior se toma Ríos para inferir que en el partido jugado en Australia, Korda también habría estado dopado. "Marcelo siempre tuvo la inquietud de que no debió haber perdido ese partido si jugaba con una persona que no estaba bajo efecto de drogas", intentó razonar José Hinzpeter, presidente de la Federación Chilena de Tenis, quien explicó que el tenista le solicitó que intercediera ante la FIT para que reabriera el caso.
¿Por qué ahora? “Marcelo pensó que el tema estaba cerrado. Pero ahora que se reabre el caso de Vilas y se analizan cosas que sucedieron en 1978 (se refiere a la investigación que la FIT está realizando para evaluar si reconoce al argentino como número uno del mundo), él se pregunta por qué no se reabre su tema”, explicó Hinzpeter.