“Soy un chico como ellos. En 2010 tuve la oportunidad de lograr un récord sudamericano en un campeonato como éste. Estar en Mendoza, en la inauguración de una pista, es un motivo de felicidad porque muchos más atletas van a poder desarrollar mejor sus carreras”, contaba Brian Toledo.
Minutos antes había dado una vuelta a la pista de tartán, como para mover un poco las piernas. Después de la conferencia de prensa con los funcionarios de deportes, él sería uno de los encargados de encender el pebetero olímpico. Honor que compartiría con Alejandra García y los mendocinos Guillermo Ruggeri y Ángel Carlos Gagliano.
“Esto es muy bueno para todos. Con la pista existe la posibilidad de mejorar las competencias y lograr mejores resultados. En un lugar así, se puede empezar a soñar y convertir esos sueños en realidad con mucha dedicación y entrenamiento”, destacaba el dueño de una remera blanca, quien los 18 años lanzando la jabalina representaría al país en los Juegos Olímpicos de Londres.
“Todos compartimos el mismo sueño, el mismo deseo, y eso es poder mejorar. Claro que para llegar a los objetivos hay que trabajar mucho, pero nunca se debe bajar los brazos porque una de las claves está allí, en ser constante con las rutinas”, explicaba el primer medallista de oro argentino en los Juegos Olímpicos de la Juventud.
Aquel chico de origen humilde y perfil bajo, que había elegido el atletismo por curiosidad, el 22 de agosto de 2010, en el Bishan Stadium de Singapur, logró una proeza que hasta hoy es inigualable. Su lanzamiento de 81,78 mts.