¿Cómo tomamos cada una de nuestras decisiones? ¿Qué es la conciencia? ¿Y las emociones? ¿De dónde viene la inteligencia? Son interrogantes, que a menudo y a lo largo de la historia, se han formulados desde filósofos, artistas, científicos, líderes espirituales, y -porqué no- hasta nosotros mismo; y que cada uno, desde su disciplina, han intentado responder.
En su libro "Usar el cerebro", el neurocientífico Facundo Manes, junto a su colega Mateo Niro, busca desdeñar estos interrogantes a través de un estudio neurobiológico. En el cual propone al lector entender esta esta "máquina" casi perfecta, como define al cerebro, para de esta forma conocer nuestra mente y mejorar nuestra calidad de vida. A través de la neurociencia grafica los principales fundamentos de nuestra individualidad: las emociones, la conciencia, la toma de decisiones y nuestras acciones sociopsicológicas.
El 17 de setiembre, Manes se presentó en nuestra provincia, en Park Hyatt, y disertó sobre "Seres Conectados". El encuentro, al que asistieron más de 500 personas, formó parte del ciclo "Pensar el cerebro", que Telefónica de Argentina está realizando en distintas ciudades del interior del país, con el objetivo de facilitar el acceso a iniciativas donde el pensamiento, la comunicación y la creatividad sean los ejes principales de reflexión.
En tal ocasión, Manes destacó que, para los seres humanos, la supervivencia depende en gran medida de un funcionamiento social efectivo. "Las habilidades sociales facilitan nuestro sustento y protección. Si queremos entender a los seres humanos, la comprensión de las capacidades relacionadas con la sociabilidad cobra un rol fundamental".
Agregó, además, que "La clave del conocimiento, la memoria y el desarrollo de la especie sigue siendo, no lo que el individuo hace consigo mismo ni con la tecnología, sino el puente que construye con sus semejantes".
Entrevista a fondo
Luego de la charla, Manes habló con Los Andes sobre "Pensar el cerebro" y la importancia de entender este órgano tan complejo en sí mismo, y la influencia de las nuevas tecnologías en su desarrollo biológico.
-En su libro, usted propone que hay que analizar nuestro cerebro, para mejorar nuestra calidad de vida. ¿Cuáles son las claves para lograrlo?
-Lo que proponemos en el libro o en la charla que dimos en estos días en la provincia de Mendoza es que cualquier persona va a saber cuidar, potenciar y usar el cerebro cuanto más conozca cómo funciona. Preguntas tales como qué es la memoria, qué son las emociones, cómo tomamos decisiones, entre tantísimas otras, nos permiten entender cada vez cómo funciona ese elemento tan complejo y fascinante que es el cerebro humano y, así, vivir mejor. Esto mismo lo podemos graficar con una computadora o un auto, que seguramente lo aprovecharemos más cuanto más sepamos cómo funciona. Por otra parte, además de conocerlo, para mejorar nuestra calidad de vida debemos entender que todo lo que le hace bien al corazón -quizás esto es más sabido-, le hace bien al cerebro. Pero al cerebro, además le hace muy bien tener desafíos intelectuales y tener una vida social activa.
-Leyendo algunos de sus artículos, usted se refiere a una evolución del cerebro, a nivel sociocultural, a lo largo del tiempo. En el contexto actual, ¿cómo influyen las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información, en este proceso evolutivo? ¿De qué manera influye tanta cantidad de información en nuestro cerebro, es positivo o negativo en el desarrollo del mismo?
-Debemos tener en cuenta que nuestro cerebro es producto de miles de años de evolución. Y que las nuevas tecnologías influyen, por supuesto, pero para tener un impacto biológico en nuestro cerebro se requiere de muchísimo tiempo. Las nuevas tecnologías no van a generar, por ejemplo, otro lóbulo cerebral. Pero sí podemos reflexionar sobre algunos temas a partir de esto: que está comprobado que la multitarea, lo que en inglés se llama "multitasking", deteriora el rendimiento y baja los niveles de atención; por otra parte, que el uso no moderado de internet, Facebook, Twitter, etcétera puede generar ansiedad.
Por supuesto que en un caso o en otro no son culpables las herramientas, sino que las personas ya tenían predisposición a esta condición y las tecnologías vinieron a echar querosén en un fuego encendido. Por último, y casi en el camino inverso al propuesto, debo decir que muchas personas tienen una consideración apocalíptica de estas nuevas tecnologías, y sobre todo de internet, porque, dicen, debilita la memoria. La memoria humana no es un reservorio de datos sino que una de sus funciones principales es relacionar esos datos que podemos haber obtenido de la computadora, en un libro o que nos lo haya dicho un amigo a quien recurrimos.
-Su libro claramente responde a un estudio neurocientífico, pero en cierto aspecto se asemeja con libros de autoayuda al proponer un cambio de vida a través de pensamientos positivos. Cómo se relaciona su estudio con esta clase de literatura, generalmente ligada a psicólogos o líderes espirituales.
-No tengo opinión formada ni me parecería apropiado decirla en caso de que la hubiese tenido sobre esa literatura que usted refiere. Puedo hablarle sí de mi libro, que fue escrito para un público general pero a su vez específico -me he enterado de que "Usar el cerebro" se lee en distintos instituciones de enseñanza y universidades- ya que es un libro pensado y escrito con rigor científico.
-En su columna de diario La Nación, plantea al cerebro como motor de la creatividad, y a esta última como el futuro de la economía. A qué se refiere al afirmar este aspecto.
-La principal riqueza de un país no es su materia prima ni siquiera su industria, sino el capital intelectual de su gente. Si las personas que forman parte de una comunidad son creativas, innovadoras, no tienen miedo de equivocarse, se obsesionan por solucionar los problemas, vamos a tener una sociedad que se desarrolle. Existen países pobres en recursos naturales que son ricos porque crearon muchas patentes o apostaron a las industrias creativas, es decir, a una economía basada en el conocimiento.
-En tiempos, donde se discute la calidad de la educación pública, que aspectos puede aportar la neurociencia para mejorar la misma
-La relación de las neurociencias y la escuela puede contribuir al desarrollo de políticas educativas que tengan en cuenta, entre muchas otras cosas, cuáles son las mejores edades para iniciar la educación formal o para alcanzar el alfabetismo, o cómo es el desarrollo del cerebro adolescente. Pero estos cambios necesarios se pueden lograr a través del diálogo entre las neurociencias y los docentes, ya que son los maestros los que saben la realidad cotidiana del aula y de sus alumnos. Debo decirle también que se pueden crear los modelos educativos más sofisticados, pero dos cuestiones son claves para el éxito del mismo: que los niños estén bien alimentados ya que la carencia nutricional produce un impacto tremendamente negativo en el desarrollo neuronal; y que su docente los motive. Cuando mejor aprende el ser humano es cuando está motivado.
-Desde su punto de vista, podemos calificar al cerebro como un órgano incansable, ya que aun durmiendo sigue en actividad. Cuál es el momento preciso que se toma descanso.
-En realidad, nuestro cerebro no descansa nunca pero sí aprovecha nuestro descanso. Tanto es así que en ese período en el que parece que no estamos pensando en nada, nuestros cerebros gastan también mucha energía. Diversos estudios neurocientíficos han podido determinar que existen una serie de redes cerebrales que se activan en forma conjunta cuando estamos en reposo. La más importante se denomina "red de reposo", involucra áreas frontales y parietales y se relaciona con la monitorización de los estados internos y la llamada "memoria autobiográfica".
-Siempre se relaciona al corazón con las emociones, sin embargo usted hace un análisis desde la función del cerebro. Por un lado, como influyen las emociones, el actual estilo de vida, y las presiones socioculturales, económicas e incluso personales, en nuestra salud. Por otra parte, si es posible, y de qué manera, controlar las emociones a través del cerebro.
-Nuestro cerebro es el origen de nuestras emociones y nuestro corazón es la víctima de las mismas. Amamos con el cerebro, odiamos con el cerebro, nos enamoramos con el cerebro y nos enfurecemos con el cerebro. Existe evidencia de que emociones como la ira y la hostilidad están asociadas a un peor pronóstico en pacientes con enfermedad coronaria. Y sobre la segunda parte de su pregunta, mire si será importante que muchos importantes pensadores preanuncian que aquellas variables claves que deberemos saber administrar en el futuro serán el tiempo y las emociones. Sólo así seremos mujeres y hombres plenos.
Sobre Facundo Manes
Facundo Manes es un prestigioso neurocientífico argentino, reconocido internacionalmente. Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1992 y, luego, en la Universidad de Cambridge, Inglaterra (Master in Sciences). Una vez concluida su formación de posgrado en el exterior (Estados Unidos e Inglaterra) regresó al país con el firme compromiso de desarrollar recursos locales a fin de mejorar los estándares clínicos y de investigación en neurociencias cognitivas y neuropsiquiatría.
Creó y dirige actualmente la Fundación Ineco, una entidad que apoya programas de investigación destinados a comprender las bases neurobiológicas de los más complejos procesos cerebrales y promueve proyectos académicos destinados a perfeccionar la prevención, la detección y el tratamiento de desórdenes neurológicos y psiquiátricos. Además, conduce el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos institutos son líderes en publicaciones científicas originales en neurociencias cognitivas. También es presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y de la División Latinoamericana de la Society for Social Neuroscience.
Fue docente de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Católica Argentina. Actualmente es profesor de Neurología y Neurociencias Cognitivas de la Facultad de Medicina y de Psicología de la Universidad Favaloro y fue nombrado Profesor de Psicología Experimental en la University of South Carolina, EEUU. Es Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina y del Australian Research Council (ACR) Centre of Excellence in Cognition and its Disorders.
Ha publicado más de 150 trabajos científicos originales en las más prestigiosas revistas internacionales de su especialidad como Brain y Nature Neuroscience. También brindó conferencias en varios foros científicos internacionales como la "Royal Society of Medicine" (Londres) y la "New York Academy of Sciences", entre otras. Su área actual de investigación es la neurobiología de los procesos mentales.
Es investigador del Conicet y rector de la Universidad Favaloro. Recientemente publicó el libro "Usar el cerebro", editado por Editorial Planeta.