El Centro y el cierre de negocios

Los incrementos de costos y las bajas en las ventas presionan en el centro capitalino y producen la inactividad de muchos comercios. Hay que encontrar equilibrios para que la situación no se extienda.

El Centro y el cierre de negocios

El cierre de locales comerciales en el centro de la capital mendocina y en el Gran Mendoza es una realidad que golpea y que no se puede disimular. Este delicado cuadro de situación fue presentado por Los Andes en una extensa nota el domingo 28, bajo el título “Cierran más locales en el Centro y por mayor tiempo están vacíos”.

Los inmuebles vacíos en distintas calles y en galerías del Centro son frecuentes y lo mismo ocurre con los carteles “Se alquila”, realidad que transmite una sensación de vacío e inseguridad en el a pesar de todo atractivo downtown mendocino.

La situación es admitida con criterio por la Cámara Empresaria de Comercio, Industria, Turismo y Servicios de la Ciudad (Cecityis) y por el Colegio de Corredores Públicos Inmobiliarios de Mendoza.

Los incrementos en los costos y, fundamentalmente, la depresión en las ventas diarias han obligado a bajar las persianas de muchos establecimientos comerciales, chicos, medianos o grandes, y afectan por igual a un drugstore, una pizzería, una boutique de lujo o una casa de venta de ropa. Presión tributaria, propietarios que intentan alquilar sus superficies a precios más altos y la caída en la comercialización marcan aspectos determinantes de la actividad comercial.

Por otra parte, el panorama de locales sin ocupar conlleva el despido de trabajadores, preocupante costado de este estado de cosas que el Centro de Empleados de Comercio (CEC) establece en el número de 1.000, desde enero hasta promediar setiembre pasado.

El panorama poco halagüeño que estamos describiendo ya era reflejado por Los Andes en marzo pasado, cuando aunque la economía argentina se encontraba entrando en recesión, todavía no estallaba la pelea contra los fondos buitres y el riesgo de la cesación de pago de la Argentina no era tan complicada como lo es actualmente.

Para colmo de penurias, la recesión traducida en negocios cerrados evidencia otras cuestiones. Por un lado, el crecimiento de la informalidad, o sea el trabajo y el empleo no registrados, lo que se aprecia de manera más relevante en los rubros textiles (manteros, venta de prendas por internet); en el turismo (departamentos o casas no registradas que se ofrecen en la web) y en panificados (preparación casera de tortitas, facturas y pan).

Todavía hay tiempo para revertir la situación. Los empresarios del rubro han hecho y siguen haciendo ingentes esfuerzos, junto con la Municipalidad de la Capital, para ofrecer el Centro como un shopping a cielo abierto, con ofertas y entretenimientos. La ciudad es bella y los miles de turistas que afortunadamente nos siguen visitando así lo aprecian.

Sin desconocer que la situación es difícil y corre el riesgo de agravarse, pero aún en una economía austera y con dificultades, se puede persistir y mantener la tradicional vida comercial mendocina.

Apelamos a la sensatez del Colegio de Corredores Inmobiliarios, cuyo titular propone el imperio de la mayor sensatez posible en la suba de los alquileres, al señalar que “los propietarios deben entender que los locales vacíos son un mal negocio para todos”.

Una premisa entonces sería ganar un poco menos y mantener la mayor cantidad de establecimientos abiertos que tener que caminar por calles con unidades comerciales desocupadas, acumulando correspondencia y el mal aspecto del desaliño.

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