El centro de jubilados de la UNCuyo, un espacio para seguir activos

La institución, que tiene 23 talleres de diversas actividades culturales, cumple 40 años de trayectoria. Los festejos empiezan mañana y siguen hasta octubre.

El centro de jubilados de la UNCuyo, un espacio para seguir activos

En el boletín que cada mes reciben los socios del Cejupen (Centro de Jubilados y Pensionados de la UN Cuyo) se lee que se trata de “Un espacio para seguir activos”. Es miércoles por la tarde y en el hall principal se cruzan los alumnos que están saliendo de 1° de Italiano, con los de 5° de Inglés, mientras en otra de las aulas están tomando clases los que optaron por 4° de Italiano. Las paredes del espacio albergan una muestra de los participantes del taller de Artes Plásticas y llegan desde el salón de usos múltiples, que se encuentra en el patio, las voces de quienes están en el Coro.

La entidad surgió de la inquietud de un grupo de retirados de la universidad que decidió unirse para realizar actividades culturales, además de ofrecer asesoramiento a quienes se jubilaban. En un primer momento, se reunían en la escuela Martín Zapata, luego en la Escuela de Música y después alquilaron un local, hasta que adquirieron la casa ubicada en el callejón Lemos de Ciudad. El Centro de Jubilados y Pensionados de la UNCuyo “Doctor Edmundo Correas” cumple mañana los 40 años de su creación.

“Necesitamos seguir con nuestra agenda llena. Porque pasás de no tener tiempo mientras estás trabajando a quedarte sin actividades el primer día de jubilación”, plantea Margarita Bravo de Zarco, presidenta del Cejupen. Además de como integrante de la Comisión Directiva, se presenta a sí misma como actriz, una de las primeras integrantes del taller de Teatro, que comenzó tímidamente en 2013 y fue creciendo.

Ahora, sostiene convencida, disfruta de la libertad de poder expresarse que le ofrecen las “tablas”. También disfrutó de actuar con una de sus nietas, Valentina (8), quien representó a un personaje en su infancia. De hecho, Margarita señala que los nietos suelen participar de ciertas actividades, como por ejemplo vestirse de época para los festejos patrios (que se celebran en el centro de jubilados con números artísticos y alguna comida típica). Sin embargo, recalca que ejerce el abuelazgo y no la “abuelitud”, porque suena a esclavitud, y ella disfruta mucho de estar con ellos, pero también de dedicarse a su propias ocupaciones.

La vicedirectora, Irma Conforti, detalla que cuentan con 23 talleres y que la mayoría de ellos responden al interés de los socios por actividades artísticas e intelectuales. De ahí que tengan un taller de Psicología, en el que se abordan las problemáticas de los adultos mayores, y un ciclo de cine-debate denominado “Lunes culturales”. También, que cada tanto un jubilado que aún conserva la pasión por la docencia elija dar una charla sobre su especialidad o compartir sus experiencias de un viaje.

Rafael de Borbón, alias ‘El Tata’, asegura que fue un severo empleado de la Justicia Federal. Pero siempre estuvo vinculado con la música y, cuando se creó el Coral de la Montaña Beatriz Guevara, se acercó con su esposa, Cecilia Guevara, al coro. Él subraya que si bien cantaba, nunca había actuado, y se le enciende la mirada cuando cuenta que representó el papel principal en “La Verbena de la Paloma”, que presentaron en el Teatro Independencia. Ella es la pianista y hermana de la mujer que creó el grupo coral que hoy lleva su nombre.

Norma Bolon, otra de las integrantes, cuenta que participó de varios coros, pero en el del Cejupen encontró el sentido de pertenencia. Es que aquí son ellos mismos quienes escriben en forma colectiva los libretos, diseñan la escenografía y no sólo cantan, sino que también bailan y actúan. Pero sobre todo, señala, se divierten y han descubierto que pueden hacer reír a la gente, al público.

Cecilia de Borbón, la directora, cuenta que han representado varias zarzuelas completas en diferentes teatros de la Ciudad. El próximo jueves participarán del Canto Grande (un encuentro de coros de adultos mayores) y el 10 de octubre estrenarán “Somos grandes pero qué grandes somos”. Como la mayoría han sido docentes, indica, tienen facilidad para aprender e iniciativa.

En una de las aulas del segundo piso, mujeres sentadas en dos hileras de pupitres copian algunas frases en italiano. María del Carmen Schilardi cuenta que cuando se jubiló de la universidad le informaron de las actividades que podía encontrar en el Cejupen. En cambio, Elba Lombardo se enteró del curso por una sobrina y ambas comenzaron a ir, para encontrarse con un grupo de compañeras con quienes pasan buenos momentos.

“Empecé a venir por amor propio”, sostiene convencida Adriana López, quien tiene el pasaporte italiano, pero no sabía hablar la lengua. “Ahora me estoy dando el gusto”, lanzó por su parte Verónica Fernández, quien estudió inglés porque era más útil para su profesión, pero siempre quiso entender las letras de las canciones en italiano que escuchaba cuando era joven.

“En el Cejupen vemos una vejez saludable. No sé si es porque los talleres son como una terapia.  La cabeza se aleja de los problemas y nos divertimos mucho”, comenta Margarita Bravo de Zarco. Y agrega que en los cinco años que lleva en la institución ha visto personas que eran muy reconocidas en su ámbito laboral llegar deprimidas al centro de jubilados y con el tiempo recuperar la alegría y las ganas de hacer propuestas.

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