En agosto de 2012, y casi de casualidad, el artista plástico Norberto Filippo se topó con los restos de lo que alguna vez fue la segunda versión del icónico barco La Cuyanita (aquel que surcara las aguas del lago del Parque San Martín a partir de 1939).
La encontró casi como chatarra, en avanzado estado de deterioro y abandono; tirada en los galpones de la Dirección de Parques y Zoológicos.
En aquel momento Filippo comenzó con una cruzada que asomaba más que prometedora: refaccionar la embarcación, dejarla prácticamente como nueva y que volviera a las aguas del lago.
A 6 años de aquel hallazgo y del inicio de esta cruzada, actualmente el casco de La Cuyanita reposa solitario y ocupando un considerable espacio en uno de los patios de la cárcel San Felipe (donde el artista trabajó junto con algunos internos en la reparación en 2014).
"Está ahí, intacta desde que dejaron de trabajar en ella y ocupando lugar. Es un pedazo de chatarra que no cumple ninguna función, simplemente está depositada en un rincón", destacaron algunos trabajadores del complejo penitenciario a Los Andes.
Sin embargo, para Filippo no sólo no es chatarra; sino que está trabajando en el sueño que encaró hace 6 años. Muy por el contrario, aboca todos sus recursos y sus medios para la construcción de la nueva cúpula.
"No es chatarra. Tiene antióxido, tiene todo. El casco está nuevo, lo restauramos con presos de la cárcel. La Cuyanita no está abandonada ni mucho menos. Esto no está terminado, y tiene el cartel de 'continuará'", resumió enérgico el artista nacido en Buenos Aires y radicado en Mendoza.
De hecho, destacó que está vendiendo sus cuadros para juntar dinero y poder destinarlos "casi en su totalidad" a la cúpula del barco. "Estoy haciendo la cúpula en otro lado, con planos y dos ingenieros que me están ayudando. Ya tengo el motor, la caja, la hélice y los comandos. Cuando la tenga muy avanzada, veré como la saco", siguió Filippo, quien destacó que hoy necesitaría 300.000 pesos para terminar la cúpula y poder juntarla con el casco.
En un rincón
A San Felipe llegó el imponente casco de La Cuyanita en 2014. En ese momento, la intención era que estuviese terminada y como nueva (en su totalidad) para la Fiesta de la Vendimia 2015. Y Filippo quedó al frente de un grupo de internos que realizaron los trabajos de herrería.
Pasaron 4 años y el barco sigue estando en el mismo lugar en que quedó cuando terminaron esos trabajos. A la intemperie, sujeto por un par de caballetes y pegada a una tela metálica de uno de los tantos pabellones. Adelante y a uno de sus costados se han amontonado ya varias ramas secas y pequeños troncos. Y en la proa hay un papel pegado con el Mateo 16-16 ("Jesús, tú eres el Cristo").
Entre que terminaron los trabajos de refacción y se llegó a este estado de "abandono" -según palabras de quienes pasan su día a día en el complejo carcelario-, Filippo realizó pruebas hidráulicas para corroborar que no tuviese filtraciones.
El tiempo pasó, y nunca más tuvieron novedades del otro lado de los muros sobre qué ocurriría con el casco de la embarcación. A tal punto de que hoy es visto por quienes allí pululan diariamente como chatarra abandonada que ya es parte del paisaje rutinario.
Sin embargo -y más allá de esta percepción-, Filippo insiste y se rehusa a considerar que la embarcación -y su sueño- están abandonados.
"Mi sueño como artista fue siempre que la embarcación volviera a la gente, verla terminada para que la disfruten. Me gustaría que un día mis nietos la vean y puedan navegar en ella", acotó el artista, quien dejó bien en claro que tampoco la quiere para él.
"El casco lo terminé, y quedó en San Felipe. Está listo. Es como tener un auto 0 km parado en un granero. Puede acumular tierra porque no se usa, pero está en buenas condiciones", ejemplifico Filippo. Y agregó en tono poético: "Quienes dicen que eso es chatarra, no saben que adentro está el alma y las lágrimas de la gente que quiere volverla a ver navegar".
Respecto de la cúpula en la que está trabajando, prefirió no dar demasiados detalles "por una cuestión de seguridad"; aunque resaltó que está avanzando y con perfil bajo.
"La lentitud en los trabajos es porque la estoy construyendo con recursos propios. Le estoy poniendo ganas, voluntad. Yo nunca la vi como un trasto podrido; vi y veo la esperanza de que vuelva el barco", resumió.
En algunos cafés céntricos y en la sede de Sutiaga (Sindicato de trabajadores de aguas gaseosas) están exhibidos los cuadros que vende el artista en pos de terminar el barco.
"La Cuyanita tiene vida propia, una magia especial. Yo no la he abandonado, sigo detrás de mi sueño. Es un barco que desfiló en una Vendimia (fue el carro de Guaymallén en el Carrusel de 2013) y salió en una película ('Vino para robar', rodada en Mendoza)", sintetizó Filippo.
“Es del pueblo”
Pese a reconocerse como simpatizante justicialista, Norberto Filippo confesó que no quiere que La Cuyanita tenga un color político "porque es del pueblo".
"Por eso nunca recibí dinero de ningún gobierno para restaurarla. Sí en el Gobierno anterior tenía más facilidad para conseguir grúas u otros recursos. Pero los fondos los voy sacando de obras mías que tengo exhibidas y a la venta. Si hubiese recibido plata de algún gobierno, ya estaría terminada hace rato", destacó.