La ciudad amaneció mojada culpa del aguacero que en la madrugada llenó de charcos los pozos de las veredas. Temprano y con pronóstico de más lluvia, la gente se fue arrimando al Carrusel pero mirando al cielo, con alguna desconfianza, y si el tipo que vendía paraguas en calle Chile hizo algún negocio, fue a esa hora. Después las nubes se corrieron y pasado el mediodía, el calor ya pegaba fuerte sobre las miles de personas que acompañaron el paso de las 18 Reinas departamentales.
A eso de las 10 y a la espera de los carros vendimiales, ya había fiesta en la esquina de Mitre y Las Heras, donde algunos artistas subían a cantar sobre un escenario; abajo, la gente aplaudía y algunos se animaban al baile. Todo muy lindo. Al rato subió el locutor y arrancó con el pie izquierdo: “Buenas noches Mendoza y feliz Vendimia”, soltó para desconcierto de la gente, aunque después la fue arreglando y hasta tiró algún dato: el primer Carrusel fue en 1937 y recién dos años después, el recorrido salió del Parque San Martín a las calles.
Apretujados en la vereda
Dicen algunos que este año hubo menos público pero no se notó: un mundo de gente llenaba las veredas y además, decenas de vendedores ofrecían lo que usted quisiera: $ 20 por un copo de nieve; $ 200 el palito para hacerse selfies; $ 15 más por la vincha de la Vendimia y otros $ 30 por el ratón Mickey que tira burbujas de jabón. A propósito: el papá compra el ratón, el pibe que se pone a soplar y las burbujas que van a dar sobre la pizza de alguien que come cerca.
Es que encontrar una mesa en calle Las Heras y tener un metro cuadrado de privacidad fue tarea imposible: un desayuno costaba $ 50 y almorzar un bife de chorizo con vino salía $ 190, pero pagar no impedía que un perro se echase debajo de la mesa o que toda una familia se ubicara justo delante, tapando la vista de los carros.
Al Carrusel lo encabezó la Federación Gaucha, que pasó escoltando a la Virgen de la Carrodilla; detrás iba el carro de la Reina de la Vendimia 2015 y hay una anécdota: en una calle lateral, unos motoqueros chilenos hacían pausa en el viaje, charlaban y tomaban cervezas: tipos rudos, mucho cuero, musculosas y brazos grandes. Sin embargo, apenas vio pasar el carro de Rocío Tonini, un pelado enorme pero muy cholulo sacó su celular y corrió hacia la Reina para tomar fotos.
El desmayo del ogro
Pasado el mediodía, el sol apretaba fuerte y en calle San Martín un hombre disfrazado del ogro Shrek cayó duro al piso; alguien le quitó la máscara y lo sentó en el cordón para darle agua de una botella. Al final se repuso. A dos cuadras de distancia ya se escuchaba avanzar a la comparsa boliviana. Así de fuerte sonaban a puro bombo, platillos, trompetas y baile.
Pasó el carro de los pueblos originarios, el de los adultos mayores, también el Rey de la Vendimia Gay y hasta hubo momento para un infiltrado que, con una camiseta de Racing, llevaba un cartel: “Tinelli presidente de la AFA por el bien del fútbol”. Alguno aplaudió.
Luego el turno de las Reinas con la de Capital abriendo el desfile. Más atrás, el carro de Malargüe, el del Maipú y el resto; algunas Reinas con música en vivo como Godoy Cruz y Tupungato. La gente se arrimaba por el saludo de la candidata o alguna fruta de la que arrojaba la corte.
Pese a la promesa oficial, el Carrusel fue tanto o más largo que el de otros años y para tener una idea, la Reina de San Martín -que cerró el desfile- pasó frente al palco de plaza Independencia casi a las 3 de la tarde. Todavía tendría por delante más de una hora hasta llegar a la Alameda, el punto final de este desfile que, una vez más, demostró que a los mendocinos no hay lluvia, calor ni demoras que los espanten de festejar la Vendimia.