Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
Pasado el impacto inicial que provocaron los resultados electorales del domingo pasado, la campaña de Daniel Scioli para detener el avance de Cambiemos no parece encontrar todavía un eje positivo y convincente. Lo notable es que eso no ocurre por obra de la oposición, sino que tendría su origen en las contradicciones que se expresan desde el interior del Frente para la Victoria.
Sin entrar en el detalle de las críticas al candidato oficialista que dispararon Aníbal Fernández, Carta Abierta, Hebe de Bonafini, Antonio Caló y otros abanderados del kirchnerismo, el jueves fue otra vez Cristina Fernández la que marcó diferencias. Pronunció un discurso autocelebratorio, repitió cuatro veces que ella ganó por muchos más votos que los de Scioli y recordó que como no les miente a los argentinos vetó en su momento el 82 por ciento móvil para jubilados.
Fue el mismo día en que su candidato, junto a los gobernadores peronistas, adaptó sus promesas para acercarse a los votantes de Sergio Massa y anunció que si gana el balotaje habrá 82 por ciento para los jubilados, rebaja del impuesto a Ganancias, menos retenciones y combate al narcotráfico. Nada de eso hasta ahora ha formado parte del modelo.
La épica
Además de asistir a estas contradicciones, que parecen estrategia de un juego diabólico en el que se exhorta a trabajar para el triunfo, pero a la vez se desprecia y esmerila al candidato, la militancia kirchnerista se debate entre la sorpresa, la decepción y el voluntarismo. Jamás dimensionaron los errores políticos cometidos y nunca imaginaron una ola opositora en las urnas de semejante magnitud porque creyeron que la sociedad reconocía como ellos los supuestos beneficios de la gestión de gobierno.
Ahora están convencidos de redoblar la militancia, tocar timbres y debatir sus argumentos para que vecinos, conocidos y ciudadanos en general salgan de la ignorancia y no se tienten con las propuestas de cambio. ¿Hay tiempo? Quedan nada más que tres semanas para la elección decisiva y parece un objetivo casi inalcanzable, pero ellos siempre creyeron que forman parte de una gesta heroica.
Referentes más jerarquizados del kirchnerismo recurren al gastado argumento de la operación mediática para minimizar el enfrentamiento interno. Pero esa disputa está a la vista y no se privan de exhibirla los gobernadores peronistas. En la reunión de Tucumán el jueves, abundaron sobre lo que todo el mundo político sabe: nadie puede ganar la gobernación de Buenos Aires sin votos peronistas.
Si detrás de María Eugenia Vidal también hubo votos peronistas, es porque la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabbatella fue un grueso error político. El sciolismo se lo atribuye de manera exclusiva a Cristina, igual que cuando designó a Amado Boudou para ser vicepresidente.
Las quejas contra el kirchnerismo por parte del peronismo tradicional conforman un listado extenso. Pero claro, esas quejas aparecen recién ahora, cuando intentan salvar al gobernador de Buenos Aires de una derrota catastrófica que a ellos los obligaría a encontrar nuevos caminos.
Este lunes regresará Mauricio Macri de sus minivacaciones y Cambiemos procurará darle más impulso a lo que parece ser una ola favorable en crecimiento. Pero nada está dicho definitivamente todavía.
Dos jugadas
Entre los hechos destacados de la semana que pasó se inscribe la movida de Massa, que buscó darles pistas de orientación a los más de 5 millones de votantes que lo apoyaron. Quedó claro que prefiere el triunfo de Macri y tiene al menos dos razones para justificarlo.
Una es que de resultar presidente, el líder de Cambiemos necesitará a los 26 diputados del Frente Renovador en el Congreso para tejer acuerdos. La otra es que si Scioli pierde, Massa quedaría posicionado junto a José Manuel de la Sota para reorganizar el peronismo por fuera del kirchnerismo.
El otro hecho que sorprendió fue que Cristina enviará al Senado los pliegos de dos candidatos para completar la Corte Suprema de Justicia, sabiendo que no pasarán por un compromiso de la oposición mientras dure su mandato. Eugenio Sarrabayrouse y Domingo Sesín fueron convocados el lunes a Olivos y la Presidenta -que no los conocía-, les comunicó que retiraría el pliego de Roberto Carlés que había enviado en febrero pasado y que los postularía a ellos.
¿Por qué lo hizo a 40 días de irse? Porque ella quiere ser protagonista hasta el último día. ¿Por qué antes propuso al desconocido Carlés? Ahora se supo que esa misma pregunta le hizo hace un tiempo a Cristina la integrante de la Corte Elena Highton de Nolasco. La respuesta fue "porque me lo pidió el Papa".