La Federación Sudafricana de Rugby tiene como objetivo contar con un 50% de “no blancos” en los Springbooks en 2019, pero incorporar a los mejores jugadores negros y formarlos al más alto nivel sigue siendo un desafío en este deporte, bastión histórico de la cultura afrikáner.
Cerca de 20 años han pasado desde que Nelson Mandela vistió la mítica camiseta verde y oro para entregar la Copa del Mundo al capitán François Pienaard, ante un pueblo expectante por la reconciliación.
En esa época el wing Chester Williams, único jugador “no blanco” del equipo, simbolizaba el futuro de la joven nación “arcoiris”, donde todos los colores de la paz estaban destinados a mezclarse.
Una generación ha pasado y la presencia de jugadores negros en los equipos profesionales es algo común. Pero el gobierno y una parte de la sociedad civil consideran que la integración en la élite del deporte se hace con demasiada lentitud, en un país en el que los blancos sólo representan el 8% de la población. El último sábado, durante el partido del Cuatro Naciones perdido contra Australia, únicamente tres “no blancos” (los wings Habana y Hendricks y el pilar Mtawarira) estaban en el XV de salida. Siete formaron parte del grupo de 30 jugadores que se desplazó a Oceanía.
La Federación Sudafricana (SARU) baraja desde hace tiempo el sistema de cuotas. Para la próxima temporada podría establecerse que siete jugadores “no blancos” formaran parte del grupo de 30, de los que cinco tendrían que estar en el campo en cada partido.
“Este proyecto fue elaborado junto con el Comité Nacional Olímpico y el Ministerio de Deportes, y ahora debe ser aprobado”, por los órganos dirigentes de la SARU, indicó la federación en un comunicado.
Para 2019 el objetivo es que el 50% del equipo esté formado por “no blancos”, pero no sólo los Springbooks, también en las formaciones de jóvenes y en la Currie Cup, el campeonato sudafricano, vivero de los futuros internacionales.
Desmond Tutu critica la lentitud
Las críticas contra la política racial de los Springbooks han aumentado desde la llegada del seleccionador Heyneke Meyer, que ha convocado a varios jugadores treintañeros blancos para el Cuatro Naciones en curso, en vez de dar oportunidades a prometedores negros o mestizos.
Dos victorias poco convincentes ante Argentina y una derrota contra Australia han dado la razón a los que pedían una evolución en el equipo.
“Meyer ha hecho elecciones curiosas y no ha reconstruido el equipo. Ha perdido el contacto con la realidad del país en el que vive”, comentó recientemente el prestigioso periodista deportivo Dan Refief, en un editorial.
Incluso el clérigo y pacifista de fama internacional Desmond Tutu criticó recientemente la lentitud de la integración racial en el rugby.
"Lo que es verdaderamente chocante es la selección de jugadores negros como marginales, a los que no se les da nunca una oportunidad de establecerse en la selección o en convertirse en hombres importantes", denunció el Premio Nobel de la Paz en 1984.
El ministro de Deportes, Fikile Mbalula, que había levantado la polémica en abril al amenazar con sancionar a las federaciones que no respetaran las cuotas, explicó recientemente sus intenciones.
“No hablamos sólo de equipos nacionales, hablamos de desarrollo, de un proceso de integración. Nuestra aproximación va de abajo a arriba”, señaló en el Parlamento, subrayando la necesidad de que cada deporte promueva a los jugadores de todos los orígenes desde la infancia, pasando por la escuela y los clubes.