Lo publicó ayer una mendocina en Twitter: es la imagen de un mapa de Google de un sector de Guaymallén, pero poco legible porque está todo rayoneado con un crayón rojo.
“Acá, viendo qué micro me tengo que tomar”, dice para cerrar el chiste. Fue uno de los tantos “memes” que circularon por las redes sociales contra el Mendotran, la gran apuesta del Gobierno para este año (electoral) que, al menos el primer día, salió muy mal.
“Mejorar tiempos de viaje, reducir esperas y prestar un mejor servicio” promete este nuevo sistema de transporte. Pero ayer nada de eso se cumplió, un poco por la resistencia al cambio en el ciudadano pero mucho por la impericia de quienes debían garantizarlo: funcionarios y empresarios.
¿Por qué un sistema que se presentó desbordante de planificación pareció en su debut caótico e improvisado? “Sabíamos que iba a haber incertidumbre”, reconoció ayer el secretario de Servicios Públicos, Natalio Mema. Como si se hubiera decidido probar sobre la marcha. Testear posibles errores con el pasajero arriba del micro. O esperando mucho tiempo en la parada.
“Para nosotros es importante esta etapa de críticas porque es lo que necesitamos para ir calibrando el sistema”, había admitido hace unos días el mismo Mema, el único funcionario que -vale decir- salió a enfrentar las críticas que le llueven al Mendotran.
Mientras gran parte del gabinete y los intendentes oficialistas están de vacaciones, él quedó como el punching ball para recibir los golpes por este “error no forzado” que después el Ejecutivo salió a enmendar poniendo boleto gratis por una semana. Es que cambiar los recorridos y aumentar 63% el precio del pasaje el mismo día es un doble golpe al usuario que se volvió un boomerang. Ayer, muchos dirigentes peronistas (y de otros partidos) aprovecharon para patear en el piso al gobernador Cornejo subiéndose al hashtag #Mendotransa en las redes y convocando a marchas.
Claro, es año electoral y todo vale. Como ese otro meme que le puso la cara de Mema a la recordada imagen del mapa del delito de Jaque. Humor político para malhumorados pasajeros.
