¿Qué queremos decir cuando, para que alguien no nos apure, le pedimos que nos espere un ‘cachito’? Y también, si pedimos un momento de atención, decimos “si nos pueden atender un cachito”. Otro tanto ocurre cuando demandamos a alguien que nos convide una mínima porción de aquello que está bebiendo o comiendo y, para aminorar el impacto de nuestra solicitud, le solicitamos “solamente un cachito”. ¿Cuál es el origen del vocablo? ¿Todo el mundo de habla española lo usa con el mismo valor?
Para poder entender los valores del término, comenzaremos diciendo que proviene de la palabra ‘cacho’; de ella, el diccionario académico nos informa que tuvo su origen en el latín vulgar “cacculus”, con el significado de “olla”, y nos vincula también con el término gallego “cacho”, con el valor de “vasija rota”, y con el portugués “caco”, como “cacharro, pedazo de loza”. El diccionario además nos hace saber que su uso es coloquial y que equivale a decir “pedazo o trozo de algo”: Se comió ávidamente un cacho de bizcochuelo. Muchas veces, ‘cacho’ va seguido de la preposición ‘de’, para reforzar el significado del sustantivo o adjetivo al que precede: ¡Qué cacho de frente tiene! ¡Era un cacho de zonzo el tipo ese!
Otra acepción de ‘cacho’ es la que designa el racimo de bananas: Sobre la frutera, se destacaba un cacho de bananas maduras.
Se registra la locución ‘ser (alguien) un cacho de pan’, igual a ‘ser un pedazo de pan’, que indica la condición afable y bondadosa de esa persona.
Pero los mendocinos usamos más el diminutivo ‘cachito’ y, curiosos, consultamos el Diccionario de americanismos para ver el valor que el vocablo adquiere en diferentes lugares del continente: así, para México, el ‘cachito’ es un décimo o un vigésimo de la lotería; en cambio, en Venezuela y Perú, designa este sustantivo el panecillo salado, en forma de cuerno o medialuna, relleno de jamón o de queso. Nos dice esta misma fuente que, en Chile, un ‘cacho’ es un pastel, en forma de cono, hecho con masa de harina y relleno con crema, merengue o manjar blanco. También, en Venezuela y Perú, puede nombrar un juego de dados con cubilete, mientras que en esos mismos países, pero usado en plural, los ‘cachitos’ se refieren al peinado infantil consistente en recoger el cabello de la niña en dos coletas que cuelgan sobre las orejas a ambos lados de la cara.
Y entonces llegamos a nuestro país, a Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, en donde ‘cachito’ puede aludir tanto a un breve período de tiempo, como a una cantidad pequeña de algo, generalmente de una comida o de una bebida: Solamente te pido que me escuchés un cachito para que nos entendamos. ¿Me darías un cachito de esa torta tan rica? Aparece, además, registrada la forma “¡un cachito!” que, según el diccionario mencionado, se usa para pedir a una persona que espere un momento.
El Diccionario de regionalismos de San Juan nos trae otros valores para el término ‘cacho’, pues nos dice que equivale a “cuerno, especialmente de animal vacuno”. Y consigna la locución ‘raspar el cacho’, con el valor de “reprender a alguien”: El padre le dio una buena raspada de cachos.
¿Y tiene algo que ver este ‘cacho’ o ‘cachito’ con la ‘cachada’? ¿Qué es ‘cachar’? ¿Qué se quiere significar con ‘cachada’?
Hay varios verbos ‘cachar’: en la primera entrada, el verbo consignado significa “hacer pedazos algo”; en la segunda, toma el valor de “dar corneadas”; en la tercera, el diccionario nos indica que es sinónimo de ‘cachear’, esto es, “registrar a alguien palpándolo para saber si oculta objetos prohibidos, como armas o drogas; en la cuarta, encontramos que el origen está en el inglés “to catch” y que los valores pueden ser diferentes, según los países. Por ejemplo, en Bolivia, Colombia y México, ‘cachar’ significa agarrar al vuelo una pelota que un jugador lanza a otro; por extensión, en esos mismos países, se usa para indicar que se agarra cualquier objeto pequeño que una persona arroja por el aire a otra. En nuestro país, Chile, Bolivia y Uruguay, puede tomar el valor de “sorprender a alguien, descubrirlo”; también, en estos lugares, “agarrar, asir, tomar algo o a alguien” y “entender, comprender a alguien”, como en Explicámelo de nuevo porque no lo cacho bien. La acepción que nos va a permitir llegar a ‘cachada’ es la que dice que en la Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, ‘cachar’ es “burlarse de alguien, hacerlo objeto de una broma”: Vino llorando de la escuela pues sus compañeros lo cachaban por su aspecto. Sin embargo, nuestro Diccionario integral del español de la Argentina añade, en este sentido, que la broma o burla se hace de modo inocente, sin ánimo de ofensa.
Entonces entendemos, cuando alguien nos dice que fue objeto de las cachadas de sus compañeros, que el sustantivo ‘cachada’ significa, coloquialmente, “burla o broma, en especial, cuando es inocente o no tiene la intención de ofender”: ¡Cuántas cachadas recibió Miguel hoy por la derrota de su equipo favorito! Equivale parcialmente, en este sentido, a ‘cargada’; en efecto, el verbo ‘cargar’ del cual deriva el término tiene, para Bolivia y Argentina, el valor de “burlarse de alguien”, sin que se especifique si existe o no la intencionalidad denigrante: Lo cargaban por su lentitud para los cálculos. Entonces, ‘cargada’ es, coloquialmente hablando, una broma que se efectúa para burlarse de una persona: Fue una cargada de muy mal gusto.
Retomando el tema del valor significativo de ‘cachar’, advertimos que, si se toma el verbo pronominal ‘cacharse’ y se lo refiere a un objeto, se alude a que pierde una pequeña parte del esmalte que lo recubre: Al caerse del estante, la vasija se cachó un poco al costado.
Finalmente, existen las expresiones coloquiales ‘me cacho’ o ‘me cacho en diez’, que indican enojo o rabia: ¡Me cacho con mi mala suerte!