El relincho es el modo del caballo para decir "aquí estoy". De esa manera el animal ubica a los demás, advierte que los espera allí. Es por eso que Eva Olivera eligió un derivado de esa palabra para nombrar a su emprendimiento, "Relinchos de Esperanza". Una propuesta terapéutica que complementa el vínculo con la naturaleza y la medicina.
“Buscamos aportar una herramienta más para que las personas, independientemente de sus capacidades, puedan decir: acá estoy con la esperanza de estar cada día mejor”, afirma.
“La idea surgió en un momento de crisis”, explica Eva.
“Mi primer caballo lo tuve hace 9 años. Tenía una personalidad muy temperamental y eso hacía que tuviera muchos conflictos en mi vida cotidiana. Cuando me acerqué a los caballos me di cuenta de que lo que hacía falta era bajar un cambio y luego de mis logros personales con eso pensé en compartir la experiencia con los demás y ahí comenzó a gestarse todo”.
El centro de terapia asistida con caballos está ubicado en Calle O entre 14 y 16. El lugar es una finca de General Alvear y actualmente cuenta con cuatro caballos y es apoyada por Alejandra García como terapeuta en problemas motores y mentales; Yanina García licenciada en psicología; Fernando Martín que es estudiante avanzado de veterinaria y Brunela Laghui, estudiante avanzada de psicología.
“Esa terapia ayuda a superar problemas motrices y cognitivos” explica. “Esto se logra -dice- aprovechando algunas características del caballo. Una es el calor corporal del animal que es superior al del ser humano con casi un grado y medio más de temperatura.
Lo que produce al contacto es una relajación muscular, resultando efectivo en casos de estrés o contracción muscular. Otro aspecto es su patrón de locomoción similar al de la marcha humana.
Cuando el caballo camina y uno está montado es como si caminaras produciendo una disociación de la cintura pélvica que resulta provechoso para aquellos pacientes que no pueden caminar, dice. “Eso sí, nadie puede empezar un tratamiento sin la derivación del médico de cabecera.
Luego la psicóloga les realiza una entrevista previa al comienzo de la terapia, tarea que es un complemento que se suma al trabajo interdisciplinario médico para abordar algunas patologías que son de índole compleja.
A Eva -según revela ella misma- le tocó vivir hace poco más de un año un fuerte cimbronazo en su vida: perdió a su madre. “Uno puede ver en esos golpes de la vida una oportunidad o una calamidad. Ante esa situación decidí no deprimirme y salí a hacer algo bueno por los demás”. Y así fue que en diciembre de 2015 comenzó a funcionar de manera íntegra “Relinchos de esperanza”.
Todo proyecto para concretarse necesita de un espacio de contención, una base afectiva que amortigüe los embates que depara el camino.
Eva lo tiene en su familia. Su papá, sus dos hermanos y su compañero de vida Bruno son hoy sus pilares. Hace poco se enteró que también la acompaña, allá lejos y hace tiempo, su abuelo, a quien no conoció pero que supo por un contacto con una tía de Misiones, que él también amaba los caballos. Es que la sangre tira y llama, como un relincho que indica, como el caballo, “acá estoy”.
