El protector solar toma protagonismo en época veraniega. Su correcto uso disminuye el riesgo de desarrollar cáncer de piel y previene de la resequedad, la aparición de manchas y arrugas, el envejecimiento cutáneo precoz, el aumento del número de lunares y variadas alteraciones oculares. Debe aplicarse a diario, incluso días nublados, con un mínimo de FPS 30+, media hora antes de la exposición al sol y volver a aplicarlo cada 2 horas, o aún con mayor frecuencia si se moja o hay sudoración profusa.
Otras recomendaciones para cuidarse la piel y prevenir complicaciones
-No exponerse a la luz solar “de corrido”: evitar el sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.
-Aplicarse crema después de la ducha cuando la piel aún está húmeda, ya que favorece la retención del agua y una mayor absorción.
-Elegir el producto adecuado para cada tipo de piel: existen compuestos que ayudan a mantener la piel hidratada (como la glicerina) y otros que contribuyen a prevenir la pérdida de líquido (siliconas, óxido de zinc y aceites minerales). También existen emolientes que restauran la capa más externa de la piel (los ácidos grasos, el colesterol, el ácido hialurónico, etc.). No es aconsejable elegir la crema de la góndola sin leer la etiqueta. Si necesitás orientación, consulta con tu dermatólogo.
-Exfoliar la piel de manera diaria permite una correcta oxigenación de la misma y su capacidad de hidratación (ya que con la edad la renovación celular y descamación también disminuyen y provoca resequedad).
-Hidratarse adecuadamente: se sugiere aumentar el consumo de agua potable fresca, bebiendo al menos 8 vasos al día.
-Llevar una dieta equilibrada y variada en proteínas, vitaminas y ácidos grasos es clave, ya que ayuda a formar nuevas células y mantener nutrida nuestra piel. Existen algunos alimentos que son extremadamente beneficiosos y le otorgan un aspecto más sano, saludable y radiante a la piel como el chocolate negro, la avena, la zanahoria, la naranja, la palta, el tomate, kiwi, frutos rojos, pepino y nuez.
El Dr. Saponaro, jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Británico, sugiere tener en cuenta que “el objetivo de la exposición al sol no debe ser el bronceado, ya que es un signo de daño y repercute en el envejecimiento cutáneo. Si bien tomar sol brinda numerosos beneficios, tales como mejorar en el aspecto de la piel acneica, el estado de ánimo, la calidad del sueño, aporta vitamina D a nuestros huesos y nos protege de la esclerosis múltiple, equilibra el colesterol, estimula la vasodilatación y reduce la presión sanguínea, entre otros, debemos hacerlo con precaución por un lapso de 15 a 30 minutos como máximo y no esperar a que la piel se enrojezca para interrumpir la toma de sol. Estas recomendaciones aplican para todas las edades”.