El Brexit y el Argexit

El Brexit y el Argexit

Muchos de nosotros, que votamos en el reciente referéndum si quedarnos o irnos de la Unión Europea (UE), ahora estamos  molestos.

Pero este enojo se debe a nuestros propios defectos.

Los británicos fracasaron; los políticos, los medios de comunicación, nosotros los defensores de la UE, los votantes, fuimos los que tomamos las decisión del Brexit (salir de la Unión Europea), ahorrando a los políticos el difícil trabajo de hacerlo. Esto sucedió porque no fue posible centrar el debate por completo en lo único que realmente estaba en juego en el referéndum llamado Brexit versus Remain (permanecer) en la UE: si los ciudadanos pensábamos o no que era necesario y posible reformar su proceso legislativo y la arquitectura institucional de la Unión Europea para que fuera más democrática.

Pero no hemos podido examinar cómo o si la aparente imposibilidad de solucionar cuestiones -llámese inmigración, limitaciones de acuerdos comerciales, sobre-regulación gravosa- son los efectos de un déficit más amplio en la rendición de cuentas democráticas.

Recordemos que la Unión Europea se inició en la posguerra como un antídoto a los nacionalismos promoviendo una unión económica, la entonces llamada Comunidad Económica Europea (EEC). Fue una “estrechada de manos” de unos 6 países europeos que, con el pasar del tiempo, se transformó en una “agarrada de codo” de 28 naciones miembros, decidiendo no sólo en los asuntos económicos sino que lentamente se apoderó de la soberanía nacional, transformándose en un gran monstruo burocrático que interfiere en todas las áreas de sus miembros.

El Mercosur nació a la sombra de la Unión Europea, con el Tratado de Asunción de 1991, creando un mercado común entre 4 países. Hoy ya se ha extendido enormemente; entre miembros permanentes, asociados y observadores, a 13, y cuenta con un Parlamento anhelando profundizar su integración al igual que lo ha hecho la Unión Europea.

Los británicos han fracasado en tomar una decisión que haya sido bien considerada por ellos mismos, y fracasaron en no poder agregar valor a un acalorado debate entre los Estados miembros de la Unión Europea. En lugar de ello, han jugado juegos de especulación hiperbólica y esto permitió que temas que afectan a todos de manera diferente, los dividiera por completo.

El período previo al referéndum debería haber sido espacio de una madura reflexión colectiva en el que todos los votantes consideraran el sistema global de gobierno y si era necesario cambiarlo para que pudiera responder mejor a las diversas necesidades de la comunidad.

Porque si los procesos legislativos están diseñados para trabajar para todos, entonces los ciudadanos son más fuertes y más unidos en su conjunto.

Pero ahora que han decidido salir de la UE, hay que centrar la atención en el desarrollo e implementación de un sólido modelo de responsabilidad democrática en Inglaterra, Irlanda del Norte, Escocia y Gales para así mantener al reino realmente unido.

El estado de la nación está en peligro, y lo ha estado durante algún tiempo. Gran Bretaña debe encontrar la manera local, nacional y supranacional para que los procedimientos legislativos e instituciones puedan funcionar de modo que el desarrollo y aplicación de políticas se intensifiquen o se debiliten, se desarrollen o se ajusten, se implementen o no en respuesta a las necesidades de todos los ciudadanos.

El foco debe estar en la arquitectura de la unión y los procesos de la legislación, en lugar de políticas específicas.

Para impedir que en el futuro haya un Argexit, la Argentina debería perseguir un modelo que muestre cómo la gobernabilidad moderna puede ofrecer el desencadenamiento del potencial social y económico de todos sus componentes -cada uno según sus necesidades- al tiempo que protege los derechos de las personas y proporciona seguridad.

El divorcio británico de la UE es una oportunidad fortuita de una limpieza de la casa. Para volver a examinar el contrato social, la noción de una comunidad de naciones, establecer sistemas modernos de gobierno que garanticen el beneficio mutuo, seguridad, oportunidad y equidad para todos. Es una oportunidad para formar una cohesión entre los mismos británicos y otras naciones mientras se continúa en un mundo en proceso de más globalización y modernización.

El Brexit puede ser una fuente de inspiración para la Argentina, para hacer las cosas bien ella misma dentro del Mercosur pero con límites. Al igual que la Argentina con Sudamérica, el Reino Unido ha sido, sigue siendo y siempre será una parte importante de Europa, con destino en la historia, la política, la cultura y valores comunes.

Agachando la cabeza, Gran Bretaña puede ahora ser una promotora clave en la re-configuración de la unión de las naciones en la comunidad europea y más allá. Argentina no debe olvidar que, al fin de cuentas, los sudamericanos, al igual que los europeos, tenemos una fuerte identidad nacional, con diferencias y límites, y pretender que se extingan creando una fuerte entidad supranacional, es una mera pretensión intelectual.

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