La producción agroalimentaria brasileña creció 7% en 2016, mientras que el PBI se hundió 3,8% en el segundo año de recesión continuada, cuando Brasil experimenta la mayor crisis política y económica de su historia.
La razón del crecimiento de la economía agroindustrial es su extraordinaria capacidad innovadora, con una cosecha récord de 210 millones de toneladas de granos en 2016/2017 (un incremento del 15% respecto al período 2015/2016).
Hay que sumarle la compra de 31,4 millones de toneladas de fertilizantes en 11 meses de 2016 (un crecimiento del 11,4%). Anfabea (Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores) ha señalado que el año pasado fueron vendidos entre julio y noviembre 21.700 tractores (un crecimiento del 20%).
Un indicio de la capacidad innovadora de la agricultura brasileña es la proliferación de “start ups” agrícolas. La Universidad de San Pablo estima que fueron 106 el año pasado, y eran solo 9 en 2011.
Brasil tuvo en 2016 el mayor superávit comercial desde 1980 (U$S 47.692 millones), con exportaciones por U$S 185.244 millones e importaciones por U$S 137.552 millones. Los granos y las carnes lideran las exportaciones, y se dirigen fundamental a Asia/China, que es su principal socio comercial.
El agro brasileño se ha convertido en el primer exportador mundial de carnes y el segundo de granos, después de Estados Unidos, con colocaciones por un valor de U$S 77.000 millones en 2016.
Lo que ha ocurrido con el maíz es notable: las exportaciones aumentaron 47,7% por año a partir de 2000, y se ha convertido en el segundo proveedor mundial de China, detrás de Estados Unidos.
El boom agrícola es un fenómeno tecnológico y organizativo, que ha desarrollado una producción capital intensiva de altísimo nivel de productividad, muy superior a la de la industria brasileña, que encuentra en su escasa o nula eficacia productiva el principal obstáculo para exportar.
Por eso el agronegocio encabeza las exportaciones brasileñas. La razón es su superior productividad, no su dotación de recursos naturales -tierra, agua, clima-, que es el primero del mundo.
La cosecha récord de Brasil que se aproxima en la temporada 2016/2017 es parte de un boom mundial de producción de granos. El Consejo Internacional de Granos (IGC) estima que alcanzará a 277 millones de toneladas -sumando maíz, trigo y soja- en 2017.
Brasil disputa la primacía con Estados Unidos en la producción mundial de soja, que es el núcleo del comercio internacional de commodities agrícolas para la alimentación animal. Por eso, junto con la Argentina, son los principales proveedores de la República Popular cuando este país experimenta una gigantesca transición dietaria, que es el vuelco masivo de la población al consumo de proteínas cárnicas.
El agro de Brasil está lejos de alcanzar su potencial, que FAO estima en 40% del total mundial, y que es frenado por el carácter ruinoso de la infraestructura del país.
Los agronegocios son el sector de punta de la economía brasileña y el camino posible de reconversión de su estructura productiva.