El bombardeo es una arriesgada advertencia de Trump

La intervención fue muy limitada y dejó abiertas las puertas para que las cosas no pasen a mayores si Assad cambia de actitud.

El bombardeo es una arriesgada advertencia de Trump

Los misiles que cayeron sobre una base aérea de Siria llevaban un mensaje bien claro para el presidente Bashar Assad: el uso de armas químicas generará una intervención militar estadounidense.

El resultado de esa advertencia es más difuso: Assad está firmemente afianzado en el poder y en condiciones de seguir lanzando ataques químicos.

El presidente estadounidense Donald Trump dijo que el objetivo de la acción militar es hacer de disuasivo. Funcionarios de su gobierno dijeron que se eligió la base aérea de Shayrat para impedir que sea usada como punto de partida de ataques como el de esta semana que mató a más de 80 personas y produjo imágenes horrendas de personas afectadas por un gas como el agente neurotóxico sarín. Las bombas cayeron sobre las pistas, los hangares, la torre de control y los depósitos de municiones.

Estados Unidos no está en guerra con Siria, por ahora al menos. La intervención fue muy limitada y dejó abiertas las puertas para que las cosas no pasen a mayores si Assad cambia de actitud, al tiempo que Washington se reserva el derecho de intensificar sus acciones de considerarlo necesario.

Pero la sorpresiva andanada de misiles genera interrogantes acerca de hacia dónde se encamina la política de Estados Unidos hacia Siria luego de que Trump cambiase una posición de no intervención que había reiterado hacía pocos días.

La semana pasada Trump había dicho que la partida de Assad ya no era una prioridad y que Estados Unidos enfocaba todos sus esfuerzos en derrotar a la organización Estado Islámico en el norte del país. El jueves por la noche, no obstante, Trump pareció apoyar un compromiso de responder a cualquier uso de armas de destrucción masiva por parte de Assad.

“Es vital para los intereses nacionales de Estados Unidos prevenir y disuadir del uso de armas químicas mortales”, expresó Trump.

Esas declaraciones conllevan riesgos. Ningún funcionario estadounidense dijo que la amenaza del uso de armas químicas haya desaparecido y si Assad reincide y se repiten las escenas de gente con espuma en la boca y cadáveres amontonados, a Estados Unidos podría no quedarle otra opción que incrementar sus acciones militares.

El capitán de la Armada Jeff Davis, vocero del Pentágono, dijo que Estados Unidos todavía analiza el resultado del ataque con 59 tomahawks y expresó su esperanza de que Assad haya captado el mensaje. Indicó que todo “dependerá de lo que haga el régimen” sirio.

Esto plantea la posibilidad de que Assad obligue a Estados Unidos a involucrarse más todavía en una brutal guerra civil que ya lleva seis años, en la que murieron cientos de miles de personas, que generó la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial y la cual no da muestras de ceder. Bajo el gobierno de Barack Obama Estados Unidos trató de mantenerse al margen.

Enfrentarse con el gobierno sirio abre la posibilidad de que Damasco responda con la fuerza. Eso genera nuevos peligros para las fuerzas estadounidenses que libran en tierra una guerra aparte con el EI en el norte de Siria y para los aviones que atacan a grupos extremistas en el espacio aéreo sirio.

Hasta ahora, a pesar de las quejas del gobierno sirio y sus aliados -Rusia e Irán-, nadie se ha opuesto a las acciones de Estados Unidos y sus aliados contra agrupaciones terroristas en la zona. La reacción de Assad es imprevisible.

“Un ataque contra una base aérea puede bastar para disuadirlo de volver a usar gas sarín, pero no afectará sus ataques contra civiles y hospitales”, sostuvo Jennifer Cafarella, experta en el Medio Oriente del Instituto para Estudios de la Guerra.

Estados Unidos enfrenta ahora una situación delicada con dos aliados de Assad. Deseoso de no generar tensiones con Moscú, los estadounidenses les informaron a los rusos que lanzarían esos misiles y les pidieron que no interviniesen. Pero dijeron poco acerca de Irán, un país que podría responder de distintas formas, interfiriendo incluso con el paso de barcos por el Golfo Pérsico o provocando a Israel.

AP

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