Hartos de la saturación turística y la falta de civismo, medio millar de vecinos del barrio marítimo de Barcelona (noreste de España) protagonizaron una sonora protesta para denunciar la progresiva degradación y la creciente inseguridad de su entorno.
"Esto es la Ibiza de Barcelona: fiesta todo el día, discotecas, alcohol, drogas, jeringuillas, prostitución...", denuncia Lluís González, un jubilado de 74 años que abandonó hace año y medio el barrio de la Barceloneta tras una vida allí.
A su alrededor, unos 500 vecinos marchaban haciendo sonar silbidos y tambores tras el lema "La Barceloneta se blinda contra el incivismo y la inseguridad", ante la atónita mirada de los turistas que tomaban imágenes con sus teléfonos.
Dueña de una tienda y vecina del barrio, Cristina Sáez asegura que "todo empezó con el turismo incívico pero ahora va mucho más allá".
“Hay gente que duerme en los parques, duchándose y cambiándose allí, muchos orinan en la calle, han aumentado los robos, ves gente vendiendo droga con total impunidad... Y si dices algo, se ponen agresivos”, denuncia.
Antiguo barrio de pescadores, de estrechas callejuelas con sábanas blancas secándose al sol, la Barceloneta vivió una metamorfosis con los Juegos Olímpicos de 1992, que convirtieron la ciudad en destino turístico mundial y adecentaron la entonces sucia y deteriorada playa, convertida ahora en sitio predilecto de los visitantes. Sus humildes pisos se convirtieron en objeto de deseo de inmobiliarias e inversores que los habilitaron como pisos turísticos, en muchos casos ilegales, y sus calles en espacio de juerga para jóvenes europeos atraídos por la discotecas y los bares de copas del litoral barcelonés.
En el verano de 2014, ante el aumento exponencial de los alquileres por la presión turística y la difusión de un video de unos italianos comprando desnudos en un supermercado, el barrio se puso en pie con enérgicas protestas bajo el lema "La Barceloneta dice basta".
Cuatro años después y pese a los esfuerzos municipales contra los alquileres turísticos ilegales, "la degradación ha subido otro escalón", lamenta Verónica Montes, con una pancarta con el lema "Barceloneta, ciudad sin ley".
Gestora de recursos humanos de 33 años, también abandonó el barrio donde todavía residen sus padres: “Ya no se puede vivir. Yo me crié aquí y me hubiera gustado criar a mis hijos aquí pero esto ya no es el barrio que yo conocí”, lamenta.