Un dia como hoy, del junio que pasó, comenzaba la Copa América del Centenario. Ese certamen "edición especial", que para los argentinos aparecía como una nueva ilusión, era otra oportunidad de quebrar la sequía de logros. Con dos subcampeonatos a cuesta, justamente valorados, pero claro que esta vez -ciertamente- se aspiraba a más. Sin embargo terminó en otra pesadilla. No porque salir segundo significara algo catastrófico, sino por haber caído ante el mismo rival y en condiciones similares. Algo así como tropezar con la misma piedra...
Seguramente los futboleros aún nos sentimos atormentados. De cualquier manera, Parafraseando a César Luis Menotti, "el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes". Y hay que saber perder.
Como dijera el 'Matador Kempes en una entrevista con Más Deportes aquí en Estados Unidos, "en Argentina todos son técnicos". Desde luego es válida la opinión pública. Sin embargo, se percibe cierta crudeza en la crítica a los futbolistas y tal vez sea más apropiado optar por la mesura. Aún la herida sigue abierta.
El periodista tiene en su ADN el espíritu crítico, pero no por haber estudiado ciencias de la comunicación y cómo entrevistar o poder explicar técnicamente una situación de juego vamos a "liquidar" a protagonistas. Nos quedamos con la palabra decepción, más que con fracaso.
En cuanto a la organización, ha resultado todo de primer nivel. Estadios funcionales, modernos, con lujosos salones. La seguridad exagerada, bien de película.
Estrictamente en relación a lo futbolístico, nos sigue convenciendo Chiquito Romero y los nuevos convocados aprobaron. Al mismo tiempo subrayamos la firmeza de Otamendi y celebramos lo bien que se acopla Funes Mori. De la misma manera destacamos la categoría de Ever Banega: la calidad de sus pases lo convierten en el socio ideal de Messi.
Asombroso el sentido de ubicación de Kranevitter y su simpleza. Pueden reclamarse más minutos para Lamela. Y consistencia en su juego. Falta de punch de Kun Agüero y ese manotazo de Bravo que nos ahogó el grito. Lo de Pipa parece un cuento de brujerías y maleficios. Será dificil que el jugador lo supere psicológicamente. Pero ridicularizarlo se asemeja a algo banal.
En la anatomía del plantel se encuentran desaciertos: convocar a futbolistas lesionados o propensos a lastimarse por cómo llegan desde Europa es dar ventaja. Pero de ahí a cuestionar con liviandad es algo diferente. Seguramente Di María se siente más frustado por no haber llegado a competir en condiciones físicas que cualquiera de nosotros. Por lo qué quiso haber entregado y no pudo. Y que reclamen que a diferencia de los "nuestros", Alexis jugó lesionado luego de recibir una dura entrada de Mercado, Es diferente por caso que Banega y el mismo Di María acarreaban molestias musculares. Sería un error desconocer la disparidad entre una contusión y una lesión donde hay fibras musculares comprometidas. Uno puede exigirse más y el otro corre riesgo de romperse.
Enfrente estuvo otra vez este verdugo: el Chile de Vidal. Pedazo de jugador. Resultaría absurdo no reconocer que es un fuera de serie. Tambien que haya sido de nuevo. Por penales arde más.
Ya se escapó otra chance. Se perdió otra Copa América. Al mejor jugador del mundo debemos arroparlo, al revés de como lo destrata la AFA.
La única mancha negra que le falta a los dirigentes del fútbol argentino sería no brindarle a Leo un escenario ideal para una pronta vuelta. Todos sabemos que va a volver. A eso nos aferramos, aunque no sabemos cuándo. Para acelerar su retorno debe haber un contexto coherente. Después que él decida cuándo se siente en condiciones de volver.
Esto significa brindarle el confort que un deportista de elite necesita. Porque hay compromisos por delante, y ya se perdió mucho como para perder a Leo. Eso sí que sería una fatalidad.