Abrir, tomar una copa y guardar el resto por hasta 2 meses sin temor a que lo que hay adentro cambie sus características sensoriales. El bag in box (BIB) -un nuevo sistema de envase de vino que se utiliza desde hace tiempo en otros países- ha comenzado a abrirse paso en el mercado interno como una manera de la industria de ponerse al día con las tendencias.
El éxito final de esta especie de vino en caja dependerá de la aceptación de los consumidores, que todavía miran con cierta desconfianza los envases que no sean de vidrio.
En junio de este año, dentro de un mercado total de 94.747.200 litros de vino, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), se despacharon en el país 97.545 litros de vino en bag in box. Así, en los seis primeros meses de 2015 se comercializaron 352.818 litros de vino en BIB contra los 196.218 de todo 2014.
A pesar de que se puede confundir con el tradicional tetra brick pero en mayor tamaño, se trata de algo diferente. Como su nombre en inglés lo indica, el bag in box es una caja de cartón que en su interior contiene una bolsa multicapa generalmente para un contenido de tres litros pero que también puede traer cinco.
La particularidad es que la bolsa garantiza la conservación debido a que -a medida que se vacía a través de una válvula vertedora- se va achicando por lo que el líquido no toma contacto con el oxígeno.
De allí que una vez abierta la "canillita" el contenido pueda conservarse bien durante dos meses y que, si se mantiene cerrada, dure hasta un año. Se trata de un modo de poder tomar una copa de vino sin tener que "apurar" la botella, lo que, entre otras cosas, facilita la venta en restaurantes y bares.
"Todavía cuesta que la gente lo pida", cuenta Paola Favreau desde la vinoteca Terra Viva.
Aunque reconoce las “cualidades” del envase y la buena conservación del vino, relata que sus clientes todavía no lo eligen demasiado. “Hay una imagen asociada a la calidad y a la neutralidad del sabor que tiene el vidrio, por lo que muchos miran este envase con recelo”, opinó la joven.
Desde el INV, su presidente, Guillermo García, relata que primero se buscó capacitar a las bodegas en esta tecnología así como incentivarlas a utilizarla. Se trata de una técnica que data de la década del ‘90 pero que ha evolucionado mucho y que tiene un determinado proceso de llenado para garantizar su buena calidad.
Institucionalmente, luego se apuntó al proceso de difusión, en donde primero se trabajó con supermercados y ahora se intenta llegar a las vinotecas para poder educar al consumidor y que éste elija el BIB sin temores a sabores extraños porque el producto está dentro de una bolsa.
“Está cerrada al vacío y no hay riesgo de contaminación de ningún tipo”, expresó García, para quien el futuro del bag in box lo terminará marcando la aceptación o no de los argentinos. Este formato ya se hacía en el país con fines de exportación.
De este modo, el BIB es una nueva categoría que se suma a las existentes como la botella, el tetra brick o la damajuana y busca colarse en la torta completa a la hora del consumo de todas las bebidas.
El rango de precios que abarca va desde los 20 a los 70 pesos por botella. Así, una “caja” de tres litros -con un volumen de 4 botellas- cuesta entre $ 80 y $ 280. “Se trata de productos de media gama, aunque también hay algunos premium”, subrayó García.
En la vinoteca Tienda de Vinos, en el centro de Mendoza, contaron que de a poco los clientes se animan a pedir el bag in box. “Habrán comenzado a llegar hace 4 meses y lo están conociendo”, cuenta Lisset, encargada del lugar.
Allí venden varias marcas de lo que también llaman “vino copa” y los precios arrancan en los $ 120. Aquí, el valor es un punto importante porque con una botella del mismo producto puede haber $ 20 de diferencia. El mayor volumen, otra característica del BIB que se busca resaltar, es lo que muchas veces termina decidiendo la compra.
