La mayoría pensamos que la razón por la que aparecen arrugas en el rostro es la excesiva exposición al sol. La concientización sobre los efectos nocivos de las radiaciones UV han logrado que hombres y mujeres incrementen los cuidados: se mantienen a la sombra, se aplican protectores, evitan las camas solares y se cubren con sombreros.
Pero aún así, las arrugas aparecen. Es que si bien las radiaciones UV tienen un papel importante en el deterioro prematuro de la piel, hay otro factor que está tomando protagonismo: el azúcar.
Sí, el azúcar causa arrugas. Pero no solamente hablamos del azúcar de una golosina o de una bebida gaseosa. Un vaso de vino, una porción de pasta, una tajada de pan, el exceso de frutas, proteínas y vegetales eventualmente se transforman en azúcar -glucosa- en nuestro cuerpo.
Además, algunas formas de cocción de alimentos: el grillado, el tostado, la fritura y el asado también agregan azúcares.
¿Qué es y cómo se puede evitar?
La glicación supone que las moléculas de azúcar se transforman en productos que debilitan y deforman las fibras de colágeno y elastina que son las que otorgan el aspecto juvenil, turgente y elástico.
A partir de los 35 años, la combinación de factores ambientales, cambios hormonales y acumulación de fibras debilitadas por los azúcares comienzan a cobrar peaje.
La glicación no puede ser detenida por completo. Sí podemos cuidar nuestra piel con productos antiglicación que son los encargados de proteger a las proteínas del efecto nocivo de los azúcares. Estas fórmulas son excelentes para evitar la flacidez.