El avión Solar Impulse 2 aterrizó ayer a la madrugada en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York tras sobrevolar la Estatua de la Libertad, última etapa de su travesía de oeste a este de Estados Unidos.
El aparato despegó poco antes de la medianoche del viernes del aeropuerto de Lehigh Valley (Pensilvania, este) y aterrizó sin problemas a las 3.59 hora local, un minuto antes de lo previsto. Antes, sobrevoló Manhattan, el puerto de Nueva York y la Estatua de la Libertad.
“Es absolutamente increíble”, dijo el piloto suizo André Borschberg desde el avión, cuando sobrevolaba la estatua iluminada para la ocasión. “Es un sueño”.
Las cámaras instaladas en un barco del puerto de Nueva York grabaron el avión -con un peso similar a un coche grande y el tamaño de un Boeing 747- mientras sobrevolaba el puente de Verrazano, camino de la Estatua de la Libertad.
El piloto Borschberg, que recibió llamadas telefónicas de gente que lo alentaba y de periodistas durante el vuelo, dijo a un periodista que podía ver la luz cada vez más densa mientras atravesaba Pensilvania y se aproximaba a Nueva York. El empresario suizo estuvo al mando de Solar Impulse 2 en el segmento más difícil del viaje de 4.000 millas y 118 horas de duración, entre Nagoya, en Japón, y Hawai.
Las altas temperaturas tropicales dañaron las baterías del avión, forzando a la tripulación a detener la travesía durante meses para arreglarlas.
Borschberg está habituado a las aventuras: 15 años atrás escapó por poco de una avalancha y en 2013 sobrevivió a un accidente de helicóptero con algunos rasguños.
En su nueva fase, Solar Impulse 2 cruzará el Atlántico hasta Europa y luego volverá a su punto de partida, en Abu Dabi, de donde dos pilotos suizos, Bertrand Piccard y André Borschberg, partieron el 9 de marzo de 2015.
El aparato funciona con hélices movidas por energía suministrada por sus 17.000 células fotovoltaicas. Avanza normalmente a algo menos de 50 km/h, pero con una exposición directa al sol es capaz de duplicar la velocidad.