El avance del mar devora a Albania

La marea invade las costas, destruyendo playas y fosilizando los bosques inundados. Reclaman medidas urgentes.

El avance del mar devora a Albania
El avance del mar devora a Albania

Qerret, Albania. La subida de la marea angustia a Asim Krasniqi: su bar en la playa de Qerret está en peligro debido a la amenaza de erosión costera. Es el precio que paga Albania por el cambio climático y el urbanismo salvaje.

Aunque “primero fue discreto, el fenómeno adquirió importantes proporciones en los últimos años. El mar empezó a engullir la costa. Se venga del hombre que destruyó la naturaleza”, afirma Sherif Lushaj, experto en temas medioambientales de la Universidad Polis de Tirana.

En el norte del país, cerca de la nueva localidad balnearia de Shengjin, decenas de troncos de árboles se fosilizan en el agua recordando que hasta hace poco en ese lugar había un bosque que separaba el mar de la laguna de Kune.

Esta laguna está amenazada de desaparición y el cordón que antaño la protegía mengua. Los búnkeres construidos sobre las dunas bajo la dictadura comunista de Enver Hoxha apenas emergen, otros están sumergidos.

Sobre los 427 kilómetros de costa de Albania, “154 km están afectados por la erosión”, detalla el ministro de Medio Ambiente, Blendi Klosi.

El avance del mar en algunos sectores es alarmante, de 20 metros por año, explica. Cerca de Shengjin, tragó “alrededor de 400 metros de tierra durante los últimos 15 años”, estima el ministro.

“Este lugar desaparecerá si el Estado no toma las medidas necesarias”, advierte Osman Demi, un pescador que recuerda “la terrible noche” del 31 de diciembre de 2009, cuando su aldea sufrió inundaciones repentinas e inéditas.

“Aquí pescamos lubina, cangrejos, mújoles... La destrucción de esta laguna sería una catástrofe”, afirma su colega Albert Pati, quien asegura que en algunos lugares, otrora ricos en peces, “el agua ya ha muerto”.

El pelícano desapareció de la laguna. Un censo realizado hace un año contabilizó 7.000 pájaros, cuando eran 50.000 en los años 1970.

Si no se hace nada, los hombres también se irán pronto, según Jak Gjini, encargado de Medio Ambiente en el municipio de Lezha, del que depende Shengjin. “La situación es dramática” -dice- con 2.000 habitantes con casas amenazadas.

Todo se alía para ayudar al mar en su conquista. Está por supuesto el cambio climático, con tormentas invernales cada vez más fuertes que arrastran el agua cada vez más lejos, pero también la deforestación masiva del país, la extracción de la arena de los ríos, el urbanismo salvaje en el litoral...

Unas 15.000 personas pasan el verano en Shengjin, en edificios de hormigón de varias plantas, construidos sobre el suelo arenoso de la laguna.

Aquí invirtieron “los boss” (los jefes), dice este pescador con una sonrisa. Los “boss” construyen sin permiso, que consiguen una vez el edificio terminado, en el momento de las elecciones o a cambio de dinero.

“La gente tiene miedo a meterse con los intereses de los poderosos. Es la ley del más fuerte”. “Estas construcciones son el resultado de presiones ejercidas por individuos para construir sin ninguna consideración por el plan de urbanización”, dice Jak Gjini.

Desde su bar de Qerret, Asim Krasniqi muestra un espigón que se hunde en el mar, perpendicular a la costa. Fue construido sin autorización por los propietarios de mansiones o de hoteles. "Modificaron las corrientes, agravando aún más el problema", afirma el septuagenario.

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