El Atlético de Madrid empató hoy sin goles en el campo del modesto Qarabag de Azerbaiyán y complicó notablemente sus opciones de clasificarse para los octavos de final de la Liga de Campeones después de ofrecer un mal partido.
El equipo de Diego Simeone estaba obligado a ganar, pero volvió a decepcionar con su pobre juego de ataque. Apenas sumó dos puntos en tres jornadas de la Liga de Campeones en el Grupo C, un exiguo balance que le deja contra las cuerdas.
El Atlético ya tiró la primera parte. Apenas dejó una sola ocasión de peligro en los primeros 45 minutos, en los que no pareció consciente de todo lo que se jugaba. De hecho, durante buena parte del tiempo el Qarabag dominó y quiso tener más el balón. También lo trató mejor.
Simeone propuso una alineación aparentemente ofensiva con las presencias de Nico Gaitán, Yannick Carrasco, Kevin Gameiro y Antoine Griezmann. En teoría, eran cuatro futbolistas de ataque, pero en la práctica no se tradujo en ocasiones ni en posesión. Jugó muy atrás, con excesivas precauciones, muy lento y rifando el balón casi siempre. No tuvo paciencia, no tuvo un plan.
La única oportunidad clara de gol del conjunto español antes del descanso llegó a los 39 minutos con un zurdazo de Griezmann que se encontró con la espectacular intervención de Sehic. No hizo más en toda la primera mitad.
Tras el intermedio, el Atlético insinuó querer algo más. Estaba obligado, ciertamente. El equipo madrileño adelantó líneas, intentó recuperar más arriba y los laterales se incorporaron al ataque. Pero echó de menos algún pase filtrado y una mejor noche de sus delanteros.
Con el paso de los minutos, el Atlético comenzó a dejar huecos y el Qarabag, alentado por el resultado, incluso se animó a tirar contraataques. En uno de ellos, el sudafricano Dino Ndlovu estuvo cerca de adelantar a los locales en mitad del desconcierto visitante.
Después, a los 75 minutos, el delantero del Qarabag fue expulsado al ver su segunda tarjeta amarilla por simular presuntamente un penal. Por entonces en el Atlético ya estaban Ángel Correa y Fernando Torres, todo lo que Simeone tenía en el banquillo.
Los minutos fueron pasando y ni siquiera pudo aprovechar su superioridad numérica. Abusó de los centros descontrolados al área y el Qarabag no tuvo excesivos problemas para defender un marcador que le llenó de orgullo, pues sumó el primer punto de su historia en la Liga de Campeones. No se puede decir lo mismo de un Atlético que ahora se ve en una situación límite por deméritos propios.