El atentado de París y la seguridad global

Las múltiples manifestaciones del terrorismo islámico de EI se están derramando en toda Europa y han desarrollado un exacerbado resentimiento contra el mundo musulmán en ese continente.

El atentado de París y la seguridad global

El atentado de París debe ser analizado desde una perspectiva global para comprender su significado y proyección.

Al comenzar 2015, el terrorismo fundamentalista islámico se despliega como una amenaza global, comenzando por los EEUU. La difusión del informe del Senado sobre las torturas realizadas por la CIA en el marco de la lucha contra el terrorismo islámico, desde el ataque del 11-S, pone en evidencia las contradicciones frente al problema.

El informe denuncia torturas más duras que las reconocidas, dice que han sido ineficaces y que se ha ocultado información al Congreso y la Casa Blanca. Cabe recordar que una película estadounidense estrenada en 2012 (Zero dark thirty), que tuvo como eje la muerte de Bin Laden y las torturas mediante las cuales se logró ubicarlo, fue inicialmente elogiada por funcionarios estadounidenses y los mismos protagonistas de los hechos reconocieron el uso de la tortura.

Pero ello deslegitima ante el mundo las acciones de EEUU contra el terrorismo, hoy centradas en impedir el avance del Estado Islámico (EI), que en diciembre anunció a Obama “iré a degollarte en el centro de Nueva York”. Mientras demócratas buscan trasladar hacia la administración Bush la responsabilidad por estos hechos, la realidad es que han seguido ocurriendo hasta hoy.

EEUU cerró la semana pasada la última cárcel en Afganistán (Bagram) -donde remitía prisioneros ilegales al igual que a países aliados como Rumania y Bulgaria-, dio pasos para cerrar la de Guantánamo y Obama se reunió con veteranos que estuvieron en Irak, Afganistán y en la campaña contra el ébola en África, como si estuviera cerrando un ciclo. Pero al mismo tiempo aumentan los asesores militares en Irak, quedan más 10.000 en Afganistán, se incrementan los ataques con drones contra los talibanes y los bombardeos contra el Estado Islámico.

La amenaza del terrorismo islámico hoy liderado por el EI tiene múltiples manifestaciones en Europa. A fines de 2014, se desactivó una red que reclutaba combatientes mujeres para Siria, que operaba desde la principal mezquita de Madrid. En Francia se desarticuló una red similar, semanas antes del atentado de Madrid.

Al mismo tiempo crece el resentimiento europeo contra el mundo musulmán y Merkel ve con preocupación cómo ello sucede en Alemania donde, días atrás, 15.000 personas participaron en Dresde de una manifestación “antiislámica”, la que se repitió en varias ciudades, días antes del atentado de la capital francesa.

Este problema favorece al populismo neofascista y antieuropeo y a las propuestas de políticas contra la inmigración. Las imágenes de la ejecución de rehenes europeos por el EI y los efectos que puede tener para la seguridad el retorno de los combatientes europeos del EI genera fuerte preocupación, ahora exacerbada.

En el Reino Unido se ha propuesto quitarles la nacionalidad a los británicos que combatan en las filas del EI para poder impedirles la entrada al país. Rusia, amenazada por el derrumbe del precio del petróleo y escalando el conflicto estratégico con Occidente, ve resurgir al terrorismo islámico en Chechenia en los últimos días.

En Asia, China decidió participar en bombardeos contra el EI a fines de 2014, y crece la violencia de los talibanes tanto en Afganistán como en Paquistán y en Oceanía, Australia se ve afectada por el terrorismo islámico, sufriendo su primer atentado días atrás. El gobierno chino decidió romper la política de no involucrarse en acciones contra el EI, que ha mantenido hasta ahora, al igual que ha hecho frente a las guerras de Irak y Afganistán o las guerras civiles de Libia y Siria.

Quizá la explicación sea que 300 chinos están combatiendo en las filas del EI y ello aumenta el riesgo de acciones terroristas en sus propias minorías islámicas, como la Uigur. En Paquistán, el atentado suicida talibán que dio muerte a 132 niños semanas atrás, puso en evidencia el crecimiento del terrorismo en un país que, además de ser el segundo musulmán por su población detrás de Indonesia, tiene el arma nuclear.

En Afganistán, la OTAN cerró simbólicamente su misión la semana pasada, siendo el año 2014 el que registra mayor violencia terrorista desde las acciones iniciadas por EEUU en el país en 2001. En Oceanía, Australia -que junto con Canadá en América son firmes aliados de EEUU en las acciones contra el terrorismo- sufrió el secuestro en Sidney de 17 personas por parte de un extremista musulmán de origen iraní.

En Oriente Medio, EI sigue siendo el problema central, con Irán y las monarquías del Golfo involucrándose contra él, el presidente sirio (Assad) buscando retomar Aleppo, la segunda ciudad del país, y escalando la tensión entre Israel y los palestinos. El secretario de Estado estadounidense llegó a Irak el mes pasado, recibiendo de su gobierno el pedido de que aumente el apoyo aéreo en las acciones contra el EI y que se suministren armas pesadas para usarlas contra dicha organización.

El grupo terrorista no retrocedió e intensifica la crueldad de sus prácticas, porque ello le sirve como instrumento de terror en las regiones que domina y al mismo tiempo de difusión global. Los ataques aéreos de la coalición contra el EI aumentan, pero también las víctimas que provocan en la población civil.

En Siria, las fuerzas de Assad intentan obtener el control de Aleppo la segunda ciudad del país, Irán convoca a una alianza contra el EI, las monarquías del Golfo unifican sus marinas como reacción frente a la amenaza terrorista que está fuera de su control y en Yemen, un atentado terrorista suicida provoca 25 muertos, tres semanas atrás, 15 de ellos niñas.

La muerte de un ministro palestino en Cisjordania escala el conflicto entre Israel y los palestinos, cuando Netanyahu intenta gestar una coalición más hacia la derecha para las próximas elecciones y critica tanto a EEUU como a la UE por su actitud flexible frente a los palestinos.

En África, el terrorismo musulmán crece al impulso de las acciones del EI. En Nigeria, Libia y Somalia, los grupos terroristas fundamentalistas van tomando el modelo de organizar “califatos” generando estructuras de gobierno territoriales, como el EI. También copian sus métodos en cuanto al uso y difusión del terror. En Egipto, los sectores más radicalizados de la Hermandad Musulmana, fuertemente reprimida por el gobierno, se acercan al EI como modelo y referencia.

París, pese al impacto, es sólo un hecho más en una cadena global que difícilmente retroceda en 2015.

En este marco, América Latina es la región del mundo menos involucrada en este conflicto mundial. Sus minorías musulmanas y judías tienen un nivel de convivencia no alcanzado en el resto del mundo. La influencia iraní sobre los países del Alba hoy no es una amenaza estratégica para EEUU como en el pasado, dada la posición de Teherán frente al Estado Islámico y su mejor relación con las potencias occidentales. Todo esto es una ventaja en un mundo que tiene al terrorismo islámico quizá como la mayor amenaza para la seguridad global.

Por Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Especial para Los Andes

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